Aroma de mujer
Fecha: 06/08/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: rabolucion69, Fuente: CuentoRelatos
Algeciras, el puerto del sur de Europa, zona de paso, de llegadas, de salidas, en invierno la zona aledaña al puerto es verdaderamente tétrica, casi siniestra, poca gente, cierta sensación de inseguridad y alguna rata de tamaño king size que cruza la calle como si fuera suya.
Esa era la perspectiva, un container de la empresa para la que trabajaba salía para Singapur y allí estaba yo comiéndome el marrón en la gestoría naval, mi primer trabajo de responsabilidad para ellos según mi jefe, un coñazo de gestión que a ningún jefecillo de la empresa le interesaba, bajar a Algeciras a disfrutar del horrendo viento de levante un lunes otoñal era un plan poco deseable, la gestión fue lenta, eran las once de la noche pasadas cuando hambriento salí de las oficinas con la sensación del deber cumplido y me encontré con unas calles vacías y sórdidas, para colmo el hotel de cuatro estrellas de la cadena Husa mas parecía una pensión con pretensiones repleta de marinos de distinto pelaje borrachos y ruidosos y algún viajero despistado de paso, llame a mi esposa, era un buen marido, sin excesivo apasionamiento pero sin ninguna pretensión de infidelidad, mi única pretensión, en esos momentos era comer algo, un bocata, una tapa de ensaladilla, algo que aliviara mi estómago vacío antes de irme a dormir y partir por la mañana hacia Madrid y no volver a ver Algeciras en mucho tiempo, después de llamar a mi mujer callejeé por las calles desiertas, lunes, todo cerrado, cerradísimo, al llegar ...
... a un cruce de calles observé una taberna tipo irlandés que a pasar de tener la persiana echada hasta la mitad aún tenía la luz encendida me asomé bajo la persiana, un par de clientes terminaba sus consumiciones.
El camarero me dijo que iba a cerrar pero se debió de apiadar de mi cara de hambriento pues se acercó a la cocina para preguntar, una chica con un gorro blanco de cocina que le tapaba el pelo asomó su cara por la ventanilla y me preguntó que quería comer, mi respuesta fue sencilla:
-Lo que tengas, no son horas para caprichos amiga.
Ella sonrió y me dijo que se iba a preparar un filete de ternera con un huevo frito, sonreí como si me hubiera tocado una cesta de Navidad en un sorteo y le dije que si me hacía lo mismo a mi le estaría eternamente agradecido, ella sonrió y me dijo que en diez minutos podría cenar, me pedí una cerveza que bebí mientras los dos clientes terminaban y se despedían, la chica de la cocina le dijo al camarero que como no iba a cenar podía irse si quería y que ella se encargaría de cerrar el bar y cobrarme, parece que el camarero esperaba la propuesta como agua de mayo pues en el acto acepto el ofrecimiento, se echó una caña de cerveza, la bebió de un trago y se largó por la puerta.
Diez minutos y mi filete con patatas y huevo frito estaba delante de mí, la chica con su indumentaria de cocinera lo sirvió, fue en ese momento, cuando comenzamos a hablar del poco ambiente de la ciudad cuando noté por primera vez que no era española, le ...