1. Ella concertó una cita por internet


    Fecha: 18/08/2022, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... poco después conectados en una video llamada. ¿Otro morenito?, pregunté. Para nada. ¿Entonces?, dije yo, ¿cuál es el encanto? Pues me pareció una persona espontánea y acordamos conocernos.
    
    Pues, tú te comprometiste; entonces ve y me cuentas. Pues yo estaba pensando que me acompañaras, me replicó. ¿Tú le dijiste que ibas a estar acompañada? No. Y ¿no crees que el tipo se indisponga si te ve acompañada? Pues, pensaría que no. Creo que lo puedo manejar. Bueno, pero ¿acordaron algo? No, nada. Él ha visto nuestras fotografías y quiere conocerme. Es todo. Y ¿no crees que es obvio que quiera que les des la oportunidad de estar contigo? Seguramente, pero lo que acordamos fue encontrarnos para conocernos. Bueno, te acompaño, pues.
    
    Lo que siguió fue el ritual de arreglo personal que ya conozco; ropa interior negra, medias negras, zapatos negros, falda y chaqueta negra, y blusa roja. Y, sin temor a equivocarme, supuse que ella ya tenía algo en mente, así que me hice de rogar alegando que tenía cosas que hacer y que, como solo era conocerse, pues bien podía ella acudir sola a la cita y que, si algo pudiera surgir, pues me llamara. Me dijo que se sentía más segura si yo estaba presente, de modo que no tuve otra alternativa que asegurarle que la iba a acompañar, pero que era mejor que ella estuviera a solas con él y hablaran lo que fuera pertinente y que, cuando ella lo considerara necesario, yo me aprecia y me presentaba. Y ella estuvo de acuerdo.
    
    Cuando llegó la hora, nos ...
    ... desplazamos hacia el lugar. Cuando íbamos hacia allá, me comentó que el muchacho había escrito y que ya estaba en el OMA, esperándola. De manera que tan pronto llegamos, estacioné frente al sitio, ella bajó del carro y se apresuró a entrar al lugar. Yo me quedé dentro del vehículo y, de lejos, vi el instante en que se encontraron. Se saludaron de mano y se sentaron en una mesa, situada al lado de una ventana, donde los podía ver. Habrán conversado como unos quince minutos a lo sumo, cuando ella empezó a mirar hacia el vehículo, haciéndome una seña para que me acercara.
    
    Bajé del carro, ingresé al sitio y me acerqué a ellos. Mira Andrés, él es mi marido. Hola, dijo él, Andrés. Hola, dije, Fernando, y le saludé estrechando su mano. ¿En qué va la cosa? Bueno, pues le decía a Andrés que, si estaba de acuerdo, podíamos ir a algún sitio para estar un ratico, indicó ella. Yo la miré, entre sorprendido y curioso, pues nunca la había oído expresarse de esa manera. Sugerir ir a algún sitio para estar un ratico era, simplemente, la aceptación tácita para tener sexo con aquel, pero dicho de una manera sutil y elegante. Y usted, joven, ¿está de acuerdo? Sí señor, me respondió. Bueno, entonces vamos, dije yo, riéndome para mis adentros, pues aquel muchacho, dadas las circunstancias, haría lo que fuera para tener sexo con mi esposa.
    
    Subimos al carro los tres y me dirigí a los lugares que normalmente frecuentábamos. Era un día sábado, como a las cinco de la tarde, de manera que tenía mis ...
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