1. Esta vida tan hermosa


    Fecha: 12/06/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... entrega al sexo sin límites con cualquiera, teniendo al mismo tiempo con ella un placer sexual inagotable y un amor sin parangón, colmado de ternuras y felicidad como solo ella y yo hemos podido conocer.
    
    Retomando el hilo de mi primer relato, dije que la relación de Celia con Miguel duró poco. Vivieron un par meses de sexo frenético teniéndome a mí como testigo casi invisible, pues jamás les importó desatar el vicio en mi presencia. Como ya lo manifesté en esa ocasión, se comportaban simplemente como si yo no existiera. Rara vez salían de la casa. Pasaban tardes enteras en el dormitorio entregados a las variaciones del sexo afiebrado, mientras mis oídos recibían la descripción de esas escenas traídas por los gritos de placer incontenible de Celia, sus obscenidades, o sus ruegos ficticios y teatrales de esclava sexual que enardecían a Miguel, como por ejemplo cada vez que la sodomizaba:
    
    -¡No, por favor, mi amor, por ahí no, me vas a partir el culo, te lo ruego, mi vida, soy tuya, puedes usar mi boca, mi coño como tu quieras, pero no me vuelvas a romper el trasero, ten piedad!
    
    Luego, invariablemente el grito de la penetración, agudo, estremeciendo hasta la última fibra de mis nervios tensados al máximo, seguidos de inmediato por los golpes brutales del vientre de Miguel pegando rítmicamente contra las nalgas de Celia, demostrando que se lo había encajado en el ano de un solo envión, efectivamente sin piedad, como ella adoraba que él lo hiciera. Más tarde, estando ...
    ... ya sola conmigo, Celia se tendía boca abajo en la cama levantando bien las nalgas, y sin siquiera pedírmelo, mientras me comentaba cualquier asunto trivial del día, me pasaba una crema suavizante para que yo le embetunara ese hoyo que se veía descomunalmente abierto, escurriendo un hilillo de semen que bajaba a mezclarse con el que salía de su coño inflamado y tumefacto de tanto sexo.
    
    Su separación de Miguel fue abrupta. Me pidió, o mejor me ordenó, que no le dijéramos nada del día de nuestro regreso a la capital. Comprendí entonces que había planificado todo desde el principio pues nunca me dejó entregarle ningún dato nuestro, ni siquiera en los primeros tiempos cuando recién llegamos a la cabaña, antes de la irrupción brutal de la nueva vida que comenzamos a compartir con Celia. Partimos cuando Miguel no estaba y jamás volvimos a saber de él en todos estos años que han pasado desde entonces. Viví durante un tiempo seriamente impactado de la facilidad de Celia para borrar esa experiencia de su vida de un plumazo, sin volver a mencionar ni siquiera el nombre de Miguel. Me costó convencerme que, en efecto, esa, como todas las otras que han venido más tarde, fue una aventura que no tocó ni tangencialmente la estructura interna de su alma, y que su olvido era real y absoluto.
    
    Inmediatamente de vuelta en la capital el comportamiento de Celia cambió drásticamente respecto de la misma Celia que salió conmigo apenas tres meses antes rumbo a aquella ciudad de la costa. Su ...
«12...789...17»