1. La mamá de Joaquín


    Fecha: 16/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... corazón.
    
    Andrea
    
    El hecho de ver a Joaco tan contento (aunque disimulándolo un poco) me cambió el humor.
    
    Venía de días oscuros y confusos, así que ver a mi hijo yendo a su primera cita me dio el respiro que necesitaba. Joaco ya cumplió lo dieciocho hace un par de meses. En poco tiempo terminará la escuela, y tendrá que enfrentarse al mundo de los adultos. Pero en muchos aspectos parece todavía un niño. Siempre le costó relacionarse con los demás chicos, sobre todo con las chicas. Y ahora que estaba en un lugar al que apenas comenzaba a adaptarse, pensé que le sería mucho más difícil. Por suerte me equivoqué.
    
    Cuando me quedé sola en casa, durante algunas horas me acompañó ese sentimiento optimista. Pero pronto todos los recuerdos de los sucesos recientes me vinieron a la cabeza. Me puse a limpiar la casa, para ahuyentar esos pensamientos. Pero me fue imposible.
    
    ¿En qué carajos estaba pensando? Era evidente que el hecho de haber tenido tres sucesos sexuales en un lapso de tiempo tan corto, no era casualidad. Mi cuerpo se ponía en evidencia. Mis gestos, mis miradas, y la propia fisionomía de mi cuerpo, les decía a los hombres que podían avanzar sobre mí.
    
    Primero aquel desagradable encuentro con el Dr. Ceballes. Luego el beso del abogado del estudio Goldberg. No me podía engañar a mí misma. Cada uno de esos hechos sucedió, en parte, porque yo quise que sucedieran. La apoyada del Dr. Ceballes duró más de la cuenta. Y el beso del muchacho del estudio Goldberg, ...
    ... sólo fue interrumpido después de que él saboreara mi boca a su gusto. Y lo último, aquel pendejo. Eso fue lo peor.
    
    Cuando Joaco me convenció de que le permita recibir a aquel salvaje, una ridícula ansiedad se apoderó de mí. El hecho de que haya defendido a mi hijo, me obligó a tener una visión diferente de él. Al menos se merecía el beneficio de la duda. Pero no podía evitar recordar que, en una de mis muchas tardes de autocomplacencia, la imagen fugaz de aquel chico joven y fornido, había acudido a mi mente.
    
    Cuando llegó el día en que mi hijo debía hacer el trabajo práctico, me puse nerviosa, como si tuviese quince años en lugar de treinta y cuatro. Pensé en recibir a los chicos con una vestimenta recatada, principalmente porque no quería que al tal Pitu se le vaya los ojos cuando me viera, como aquella tarde en la salida de la escuela. Pero después cambié de opinión. ¿Por qué tenía que cambiar mis hábitos en mi propia casa? ¿Por ese pendejo altanero? Ni loca. Me puse una pollerita a lunares que me encantaba, y una blusa negra que se adhería a mi cuerpo perfectamente.
    
    Llegó la hora. El timbre sonó. Me sentí a la defensiva. Cuando Salí a recibir a los compañeros de Joaco, noté, con una ridícula decepción en mi interior, que Pitu no había venido.
    
    Le ofrecí algo para tomar y los dejé solos. Rubén se estaba bañando. Así que me puse a ordenar la pieza.
    
    Entonces escuché el timbre. Sentí cómo mi cuerpo se estremeció. Era una locura. Aquel pendejo me estaba moviendo el ...
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