1. La mamá de Joaquín


    Fecha: 16/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... estuviesen ya lo suficientemente abiertas. Apoya el glande sobre el anillo palpitante. Se aferra a mis caderas, y ahora sí, un suave y corto movimiento pélvico.
    
    La primera impresión es que no podré aguantar más que eso: la cabeza de su sexo avanzando apenas unos milímetros en mi interior. Pero en vez de retirarla, para volverla a meter, como esperaba que sucediera, empuja más.
    
    Grito de dolor. Mi postura de perra no resistió. Quedo con el cuerpo extendido sobre la cama. Él se sienta en cuclillas sobre mí. Con una mano, agarra un enorme mechón de pelo y lo tironea. Mi cabeza se yergue. Mi cuero cabelludo duele. Con la otra mano, se ayuda a apuntar su lanza nuevamente sobre mi cueva. Se entierra otra vez en mí. Mientras sigue aferrado a mi pelo, como si fuera la montura de un caballo. El intruso me cabalga. Es un semental que no va a perder sus energías fácilmente. Se entierra cada vez más en mí. Es increíble que tremendo instrumento esté adentro mío. Duele. Duele mucho. Pero se siente fascinante. Grito y gimo de placer. Lo siento estremecerse sobre mí. Larga un gemido rabioso en mi oído. Su semen se eyecta adentro mío. Nunca lo sentí tan cerca. Retira se sexo, con cuidado. Quedo boca abajo, adolorida y sometida. Satisfecha y sedienta. Entonces me doy cuenta de que estoy llorando.
    
    Pitu
    
    Salió del baño, un toque seria. Estaba en pelotas y con el cuerpo medio mojado. Se recostó en la cama y yo la abracé.
    
    —¿Estás bien preciosa? —le dije.
    
    Le di un beso tierno en ...
    ... la frente. Era gracioso que después de estar escarbándole el ojete me hiciera el tierno, pero me salió así. Esa mina me produce una banda de cosas diferentes. Calentura, amor, miedo, desesperación… todo eso junto siento cuando estoy con esa mina. Y cuando no estoy también.
    
    Apoyó la cabeza en mi hombro, y yo le acaricié el pelito.
    
    —Eso me gusta. —me dijo.
    
    —Entonces vamos a tener que vernos más seguido, para que pueda mimarte así.
    
    Andrea se cagó de la risa, pero fue una risa triste. Ya me estaba haciendo la idea de que iba a pasar una banda de tiempo hasta que ría de verdad. Pero bueno, ahí estaba yo para eso.
    
    —¿Le hablás a tus amigos de mí? —me preguntó.
    
    —Ni ahí, no quiero que se vayan de boca.
    
    —¿Te tengo que creer?
    
    Me ofendió un toque su comentario. Pero la posta es que tampoco lo mantengo oculto porque soy un santo. Tío Omar siempre me dijo que es mejor comer callado, y tiene razón. Si le cuento a los pibes, es cuestión de tiempo para que el chisme lo conozca todos los de la escuela, y se me terminaba la joda.
    
    —Posta te digo. ¿Te pensás que soy gil?
    
    —No pienso que seas un gil.
    
    Me acarició el pecho y la panza, con la puntita de sus uñas. Fue bajando, despacito, hasta llegar a donde quería.
    
    —Es muy grande. —me dijo, agarrando la verga muerta, pero que ya se estaba despertando de nuevo.
    
    —¿Te gusta así de grande?
    
    —Me gusta porque la sabés usar. Aunque recién fuiste un poco bruto.
    
    —Vos dijiste que entre corte delincuente, y bueno, los ...
«12...495051...65»