1. La mamá de Joaquín


    Fecha: 16/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... ¿Querés un trago?
    
    —Dale.
    
    Agarré el vaso de plástico y tomé un largo trago de cerveza.
    
    —Sabés…— me dijo. —Yo también perdí a mi viejo.
    
    —¿Posta? No sabía nada. —dije, asombrado.
    
    —Sí, pero fue hace bocha. Me enteré cuando estaba en la escuela. Vino un tío mío a decirme. La vieja Bustamante me dijo que salga del aula. Pensé que me iban a cagar a pedos por algo que hice, pero nada que ver. Fue un garrón. Bueno, vos sabés cómo se siente.
    
    —¿Y qué le pasó?
    
    —Una pelea en la cárcel. Lo pincharon.
    
    —Uh, que mal.
    
    —Encima yo no lo veía hace bocha. No quería ir a verlo allá.
    
    —Te entiendo.
    
    Leo miró el cielo. Tenía los ojos brillosos. De repente sonrió con tristeza.
    
    —Vos al menos pudiste aprovecharlo hasta ahora. — me dijo.
    
    —Masomenos. Este último tiempo estaba muy diferente. Casi no hablaba, y como trabajaba de noche, lo veía poco.
    
    —¿Y vos le hablabas?
    
    La pregunta me cayó como balde de agua fría.
    
    —No, la verdad que no.
    
    —Capaz que te pasaba como a mí, que no sabías cómo acercarte a tu viejo. Yo tenía la cárcel de por medio. Tu viejo capaz estaba en una especie de cárcel ¿No?
    
    —Sí, puede ser.
    
    Le devolví el vaso de cerveza. Él encendió un cigarrillo.
    
    —Son copados los viejos de Fabri Quién lo hubiera pensado, ¿no? —dijo, cambiando de tema.
    
    —Sí, es cierto. — dije riendo.
    
    —Bueno amigo, me voy a chamuyarme a la Débora a ver que onda.
    
    —Dale, metele. —le dije.
    
    Es extraño, pero cuando otros te cuentan sus desgracias, las tuyas ya ...
    ... no parecen tan grandes. Al menos así lo sentí durante unos minutos.
    
    Romina había salido también afuera. Estaba sentada al otro lado del patio, sobre un banco de madera. Me dio la impresión de que me miraba de reojo. Fui a hablarle.
    
    —¿Todo bien?
    
    —Bien — me dijo. —disculpá que no te di mis condolencias. La verdad que no sé qué decir cuando pasan cosas como esas.
    
    —No hace falta que digas nada.
    
    —Igual, lo siento mucho.
    
    —Gracias.
    
    —¿Viniste a preguntarme por Agustina?
    
    —La verdad que no. — le dije.
    
    Agustina me había consolado en los días siguientes al fallecimiento de papá. Pero nunca volvimos a tener la relación de antes. Ahora sólo era un hombro en el que me apoyaba. En los momentos en que estábamos solos me moría de ganas de besarla, y de hacerle el amor, cosa que, por lo visto, jamás haríamos. Pero nunca me animé a intentarlo. No soportaría sentir que accedía a algo sólo por lástima. Estaba seguro de que eso me dolería más que nuestra separación. Había llegado a la conclusión de que la finalización de las clases era algo bueno. Así me podría olvidar de ella.
    
    Cuando murió papá creí que todo lo demás iba a empezar a importarme menos. Pero no tener a Agustina era terriblemente doloroso. Por eso pensé que la distancia me ayudaría. Pero cuando me dijo, faltando todavía unos días para que terminen las clases, que ya no iría más a la escuela, fue como un cuchillo clavado en mi espalda “¿Nunca me vas a decir por qué me dejaste?” le pregunté en una esquina, ...
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