1. La mamá de Joaquín


    Fecha: 16/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... esa última vez que nos vimos. Estaba lloviendo y su carita llena de pecas estaba mojada, no sé si por la lluvia o por sus lágrimas. “Esto es más difícil para mí de lo que crees. Hay cosas que no te puedo explicar”. Me entregó un papel doblado varias veces, convertido en un cuadradito.
    
    —¿Vos estás bien? —Me preguntó Romina. Su mirada penetrante me descolocó.
    
    —No, la verdad que no. — le dije. No tenía sentido mentirle.
    
    —¿Te puedo decir algo? — preguntó Romina. Era muy bajita, y sus ojos verdes de gato brillaban bajo la calurosa noche.
    
    —Decime.
    
    —Siempre me gustaste mucho.
    
    Me quedé mirándola, asombrado. Romina, por momentos, parecía una sombra de Agustina, y por eso teníamos una relación fluida y nos llevábamos bastante bien. Pero nunca me había imaginado que ella sentía algo por mí. Me empezaba a dar cuenta de que había muchas cosas que ignoraba.
    
    Romina acercó su boca y me besó. La primera reacción fue retroceder y separarme de ella. Pero cuando lo hice, vi su cara de sincera tristeza. No quería dejarla así. Entonces la abracé y la besé. Se sentía rico su lengua resbaladiza y su aliento a cerveza. Pero ni de cerca a lo que sentía cuando estaba en los brazos de Agus. Cuando terminamos de besarnos me arrepentí inmediatamente de hacerlo.
    
    —Perdoname. — Le dije —. Me parecés una mina divina, pero no estoy preparado para empezar nada ahora.
    
    —Sí, me imagino. — Me dijo.
    
    Me dio un papelito con su número de teléfono. “¡Basta de papeles!” pensé para mí. Pero ...
    ... lo tomé. Se notaba que lo tenía preparado desde hace rato, y cuando me lo entregó le temblaba la mano. No podía decirle que no.
    
    Cando llegó la medianoche y la gente se empezaba a irse para seguirla en un boliche o en otro, lado me acerqué a Ramoncito. Me dio gracia verlo un poco tomado, justo a él, siempre tan prolijo y recatado.
    
    —Che, no te enojes, pero creo que quiero volverme a mi casa nomás.
    
    Me miró, un poco decepcionado.
    
    —Uh, pero si la vamos a pasar bien con Fabri recordando viejos tiempos.
    
    —Sí, todo bien, pero la verdad que prefiero irme a dormir. No te enojes.
    
    —Todo bien amigo. Me vas a visitar cuando vuelva de La Costa ¿No?
    
    —Obvio, y te espero en casa. A mi mamá le caes rebien. — le dije.
    
    Caminé hasta casa, con una melancolía persistente. Recordé la carta de papá, y la carta de Agus. La de ella estaba escrita en una hoja de carpeta cuadriculada. Su letra cursiva era muy prolija, y en los márgenes había dibujos infantiles. Había usado una birome lila.
    
    “Querido Joaco, a lo mejor no me creas, pero esto me duele tanto o más que a vos”, decía la primera línea. Apenas la leí me sentí irritado. Si también le dolía ¿Por qué no volvía conmigo y listo? ¿Tan difícil era? ¿Por qué no podíamos estar juntos?
    
    “Hay cosas de mí de las que no puedo hablar. al menos no ahora. A lo mejor algún día te cuente, pero ahora no puedo. Hay cosas que no puedo hacer. Traté de ser una persona normal, pero no puedo…”
    
    Arrugué la carta con bronca, pero enseguida la ...
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