La mamá de Joaquín
Fecha: 16/09/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... saben, y a muy pocos les importa, pero esa calle separa a un barrio del otro. Con sólo cruzarse a la otra vereda, uno se encuentra al otro lado del abismo.
El incontrolable aumento del desempleo hizo que muchas personas buscaran ingresos de todas las maneras posibles. Mujeres, antes respetadas, se vieron obligadas a prostituirse. Chicos de catorce o quince años estaban forzados a trabajar en empleos mal pagados para colaborar con sus padres desempleados.
Otros tantos se vieron tentados a pasarse al lado de la ilegalidad. Este es el caso del individuo que ahora está al costado de Calderón de la Barca, del lado de Laferrere. Es un hombre joven, con mirada oscura. Usa una remera negra y un pantalón y chaleco de jean. Sus brazos musculosos están completamente tatuados. En ellos hay dibujos tribales, nombres, números, y en su muñeca cinco puntos negros. Cuatro de ellos rodean al quinto, el cual está justo en el centro. Su pelo abundante está peinado hacia atrás.
Está parado al lado de una moto enorme, que parece nueva. En su bolsillo guarda la cocaína que piensa vender en unos minutos. Y en el otro bolsillo guarda una navaja, pequeña pero afilada. En otros lugares y en otros horarios llevaría un arma de fuego. Pero a plena luz del día le basta con su arma blanca, imperceptible pero letal.
Un auto se para frente a él. El hombre de tatuajes le entrega la mercancía y recibe el pago. Se acomoda en la moto, dispuesto a irse. Pero ve a alguien acercarse dese el otro lado de ...
... la calle. Desde el lado de Catán.
—¿Te acordás de mí, logi? —pregunta el recién llegado.
Es un muchacho joven y fornido. Su remera se adhiere a su torso, dándole un aspecto de desnudez. Es morocho, y lleva el pelo corto. Sus ojos irradian vitalidad y revancha.
—¿Qué querés? ¿Cobrar de nuevo?
El hombre tatuado se baja de la moto. Los enemigos quedan cara a cara. El recién llegado es más bajo, pero sus egos están a la misma altura.
—Qué ¿te la bancás solo o querés llamar a alguna de tus novias para ayudarte?
El hombre tatuado sonríe con ironía ante la insolencia del otro. Caminan en un pequeño circulo sin dejar de desafiarse con la mirada.
Entonces se abalanzan hacia el otro. Sus pies raspan el suelo y levantan tierra. Sus manos se elevan para proteger sus rostros. Se miden, se observan, intentan descifrarse. El petiso morocho larga el primer golpe. El hombre tatuado se protege con su brazo. El muchacho es muy fuerte, pero el otro tiene la resistencia de quien estuvo muchas veces cerca de la muerte. El golpe no hace mella en él. Y ahora se dispone para devolver la gentileza. Pero el otro es ágil y astuto. Apenas el hombre tatuado levanta la mano, se agacha en cuclillas y le propina un golpe en el testículo.
El dolor es aberrante. El hombre tatuado lleva sus manos a la entrepierna, en un acto espontáneo. El muchacho petiso aprovecha para darle una piña directo a la cara. Fue un puñetazo capaz de quebrar una madera gruesa.
Algunos automovilistas pararon ...