1. Pablo y la obsesión por las tetas de su madre


    Fecha: 20/10/2022, Categorías: Bisexuales Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... pregunté de donde quitabas el dinero para pagar el pufo si no trabajas. ¿Es una de ellas?
    
    -Me voy. No tengo porque contestar a esa clase de preguntas.
    
    Matilda se sentó en una silla que había pegada a lado de la cocina de piedra, puso las manos sobre las rodillas, y me dijo.
    
    -¿Te vas solo por eso?
    
    -Y porque se está rifando una hostia y tu hijo tiene todas las papeletas para que le toque. ¡A mí no me acojonas tú ni nadie!
    
    Pablo no abría la boca, pensaba que su madre lo engañara. Ninguno de los dos podíamos imaginar que tenía unas ganas de fiesta perras, y que lo que había dicho antes era puro teatro.
    
    -¿Bájame la cremallera del vestido, Pablito?
    
    Pablo, le bajó la cremallera, Matilda, se levantó, se quitó la goma que sujetaba la coleta y se soltó el pelo. Le llegaba al culo. Quitó el vestido y quedó en pelotas. Levantó los brazos para desenredar bien el pelo y vi el vello de sus sobacos. Sus melones ovalados y el tremendo bosque de pelo negro alrededor de su coño, hasta sus piernas peludas me encantaron. ¡Tenía un polvazo bestial. Me dijo:
    
    -Ven, Quique.
    
    Me acerqué a ella, me abrió la bragueta y cuando vio mi polla, morcillona, casi empalmada, dijo:
    
    -Ahora sé porque te follaste a media aldea. Con un cipote como este se corrieron ellas y se corrió la voz entre amigas, amigas que no tengo.
    
    Acabó de hablar y metió mi polla en su boca. No sabía mamar. Ni siquiera sabía hacer una paja. La agarraba, la apretaba, chupaba y le soplaba cómo otra que me ...
    ... encontrara, se debía pensar que así hinchaba. Me di cuenta de que follara una sola vez y con buena, o con mala suerte, se había quedado preñada de Pablo. Supongo que en aquel momento pensaría que buena, pero cuando se enteró de que estaba en estado... ¡Pufffff! Hace casi cincuenta años tener un hijo de soltera era poco menos que estar condenada al infierno, además de llamarle a esa mujer de puta para arriba.
    
    Al dejar de mamar mi polla, la besé con lengua. Puso cara de, ¿qué haces, cerdo? Pero al momento ya metía su lengua en mi boca y buscaba la mía. Pablo había sacado la polla y la estaba meneando. Me dijo:
    
    -Haz que se corra echando chorros, Quique.
    
    Matilda, que ya estaba caliente como una perra, dejó de meter su lengua en mi boca, y le dijo:
    
    -Yo solo echo chorros cuando meo, Pablito
    
    Le dije:
    
    -Hoy te vas a correr echándolos.
    
    -Lo veo imposible.
    
    Besándola, le metí dos dedos en el coño, le busqué el punto G, y le hice el "ven aquí". Pablo, a lo suyo, a su obsesión, las tetas, las magreó, las chupó y le mordió los pezones. Poco, después, mis dedos chapoteaban en sus jugos. Apuré cada vez más. Cuanto más apuraba más su coño se encharcaba. Sus gemidos y sus ojos me avisaron de que se venía. Le dije a Pablo:
    
    -Abre la boca y ponla enfrente del coño de tu madre.
    
    Pablo, hizo lo que le dije. Mis dedos subieron y bajaban dentro de su coño haciendo un ruido cómo el que hacen las olas al chocar con un acantilado. Su coño apretó mis dedos. Se los quite y acaricié ...
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