El regalo (Final)
Fecha: 21/10/2022,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Ana901, Fuente: CuentoRelatos
... belleza y juventud que normalmente alcanzamos las mujeres entre los treinta y cuarenta pero que ella conservaba camino de los cincuenta. Las pequeñas pecas de su cara parecían pintadas por un maestro del renacimiento y sus rasgos obra de un escultor de la antigua Grecia. Se ruborizo mucho. Yo puedo llegar a ser muy cursi. Continuamos andando.
-Ana. Ayer por la tarde mientras os esperaba en el hotel me agobié un poco, no conseguía recordar tu cara.
-Lara. No me mires por favor, tengo una absurda sonrisa que no consigo quitarme durante horas cada vez que me haces algún cumplido.
-Ana. Sabes que no son cumplidos. Estoy loca por ti.
-Lara. Eso es lo que pienso a veces, que todo esto es una locura.
-Ana. Eh, ¿dónde está la mujer pragmática, agresiva y segura de sí misma que conocí ayer?
-Lara. ¿Te gusta más que esta?
-Ana. No, pero quizás deberías traer aspectos de tu vida profesional a tu vida privada.
Lara me había transmitido todos aquellos días mucha seguridad y ese día, por primera vez, la vi dudar con respecto a lo nuestro.
De vuelta a casa Leo nos había preparado la cena. Lara nos confesó estar un poco abrumada por la cantidad de dinero que acababa de ingresar y la agobiaba la idea de tener que ponerse en unos días a trabajar en qué hacer con todos esos millones. Yo pregunté ingenuamente cual era el problema en dejarlo en el banco y las dos estallaron en una carcajada.
Nos fuimos pronto a la cama, Leo empezaba ya a bromear con que mañana ...
... sería un día muy largo. Estaba claro que preparaban algo para mi cumpleaños. Lara y yo volvimos a hablar un rato muy largo. Me contó como Leonor había ido cambiando su vida en los últimos años, como la había ayudado a sobrellevar el paso del tiempo, como fue convirtiéndose en su mejor amiga y como, al fin, me había puesto a mí en su vida. Sentía que se lo debía todo a Leo, que le había regalado una segunda juventud que no se podía pagar con todo el dinero del mundo.
A la mañana siguiente Portugal nos obsequió otro precioso día, no hacía demasiado calor, pero el cielo estaba completamente azul, sin una sola nube en el cielo. En menos de una hora el tiempo podía cambiar rápidamente. Tras desayunar y ordenar un poco la casa subimos a la azotea a tomar un poco el sol. No llegamos ni a ponernos protector solar porque el cielo comenzaba a encapotarse, no parecía que fuese a llover, pero tampoco hacia demasiado calor. Se estaba muy bien allí arriba en cualquier caso y Lara y Leo se sentaron juntas para empezar a trabajar en la cuestión del dinero. Yo no podía ayudarlas, era algo totalmente desconocido para mí, ellas en cambio estaban en su salsa hablando en esa jerga económico empresarial que a mí me sonaba a chino. Yo me entretenía mirando sus piernas, estaban sentadas en la pequeña mesa que había en la terraza, frente a mí. Lara llevaba todavía la bata con la que se había levantado, pero Leo solo una de sus camisetas largas. Tardo muy poco en ver que yo las observaba y empezó a ...