Para eso está la familia
Fecha: 29/10/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Todo empezó el día que Sonia y yo decidimos tener un hijo. Esa misma noche tiramos los condones a la basura y preparamos una cena romántica. Después hicimos el amor tiernamente, como dos enamorados en la primera cita. El contacto directo de mi pene con el interior húmedo de Sonia, sin plásticos de por medio, fue una experiencia nueva. Notar su cuerpo arcarse aceptando mis acometidas, sus dedos recorrer mi espalda, sus ojos pidiéndome la semilla que su sexo ordeñaba, hizo que me corriera con demasiada prontitud. Es una sensación indescriptible, una necesidad animal: brazos y piernas en tensión, la espalda curvada, la pelvis empujando hacia delante, más y más con cada embestida, el meato abriéndose y los testículos contrayéndose, exprimiendo y bombeando el esperma a través del tallo del pene para depositarlo lo más profundo posible. Empujar y empujar es lo único que eres capaz de hacer en ese momento.
Hicimos el amor esa noche, y la siguiente, y la siguiente, y así durante 7 días en los que Sonia había calculado que había más posibilidades. Pero ese mes no tuvimos suerte. Lo volvimos a intentar al siguiente y después al otro. Y así continuamos durante seis meses. Al final hacer el amor era una rutina que se repetía cada 4 semanas durante unos días. Lo hacíamos por deber, por obtener el premio, pero sin pasión, sin amor, sin sexo. Algunos días me era tan difícil estimularme que lo dejábamos después de 30 infructuosos minutos intentando penetrarla con un miembro flácido que ...
... se negaba a trabajar en esas condiciones.
Fue más o menos por esa época cuando decidimos ir al médico a que nos dijera si había algún problema conmigo o con ella. Su respuesta fue que era demasiado pronto para plantearse siquiera esa posibilidad y que deberíamos seguir intentándolo al menos durante seis meses más. Fue la peor respuesta que nos pudo dar, casi hubiera preferido que hubieran descubierto que yo era estéril. Pero no. Su respuesta fue que lo siguiéramos intentando. Nos condenó a 6 meses más de amor sin sexo y sexo sin amor. Seis meses más de frustración.
Nuestra relación se deterioró. Perdimos parte de esa alegría de novios que nos había unido. Una pesada carga de adultos caía sobre nuestras espaldas. Dejé de mirarla con pasión y eso, os lo aseguro, es algo muy difícil. Sonia es un pedazo de hembra por la que muchos hombres habían perdido la razón antes de que yo la conquistase. Casi metro setenta de cuerpo fibrado y piel dorada. Unos pechos grandes y redondos que le gustaba lucir en escotes de vértigo. Un vientre plano y un culo firme y rotundo cuyo único defecto es que atraía demasiadas manos mal intencionadas. Pero de pronto se convirtió en esa persona que vivía en el mismo piso que yo y que periódicamente se abría de piernas para que introdujese mi pene en su vagina y me corriese.
Cuando finalmente reconocimos que esa situación no nos llevaba a ninguna parte decidimos olvidarnos del asunto durante una temporada. Se acercaban las vacaciones de verano y ...