Para eso está la familia
Fecha: 29/10/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... en infinidad de peleas durante su vida y había salido vencedor de la mayoría. Por supuesto de todas en las que se había enfrentado a mi, no porque yo quisiera sino porque a él le gustaba aporrearme cuando éramos pequeños, era su forma de jugar. Alberto compartía con su padre la forma de tratar a las mujeres, pero con una diferencia: a Alberto las mujeres le hacían caso sí o sí, de eso se encargaba él. Yo había huido de él desde la pubertad y no entendía cómo mi madre le había invitado a venir ese día, pero el sentido de família a veces simplemente se impone a cualquier otra cosa. Cuando se acercó a nosotros y vi las miradas que le echaba a Sonia supe que tendríamos problemas. Sin decirme ni hola nos estrechamos las manos y apunto estuvo de romperme todos los huesos. Se presentó a Sonia con un par de monosílabos pero es que hablar nunca fue su fuerte. Como mínimo, al contrario que su padre, mantuvo las distancias, aunque solo fuera para poder repasar el físico de mi novia con mejor perspectiva. Sonia cruzó los brazos por delante de los pechos para taparse de la mirada desnudadora de Alberto.
Durante la comida conseguimos estar más o menos tranquilos, alejados de las miradas de mi tío y mi primo. Poco a poco nos relajamos hablando con mis primas, que aunque nos separaban muchas cosas que hacía que viésemos el mundo diferente, al menos la conversación era más agradable. Las sobremesas con mi familia se alargan lo indecible. En la mesa aparecen cafés, licores, dulces, ...
... frutos secos,... y la gente se explica cómo les va, o se discute por el precio del ganado o se lían en una partida de cartas. Yo, después de un par de chupitos, estaba dando cuenta de un whisky que me tenía medio adormecido. En un momento dado eché a faltar a Sonia a mi lado y recordé vagamente que me había dicho que iba al lavabo, pero me pareció que de eso ya había pasado un rato. Como me notaba un poco “tocado” decidí salir a que me diera el aire.
Fuera el calor era sofocante. Con razón todo el mundo permanecía dentro de los muros de un metro de piedra de la casa. Caminé un poco buscando una sombra y me dirigí hacia los corrales pero ahí el calor se mezclaba con una peste insoportable. Rodeé el edificio y me dirigí al pozo desde el norte de la era. El pozo quedaba oculto tras un pajar y a la sombra de un castaño y era uno de los lugares más frescos de la finca. Al acercarme por el campo el pozo quedaba unos metros más abajo por un caminito de piedras. Fue entonces cuando oí las voces y me paré en seco.
- Mira, toca, pocas veces tocarás algo tan duro. El trabajo de campo es solo para los hombres de verdad. - Era la voz de mi primo Alberto, en su tono de prepotente. - No como esos de ciudad que se pasan el día aporreando un teclado. - Creo que se refería a mi…
Me acerqué un poco más y descubrí helado que a quien hablaba Alberto era a Sonia que estaba acorralada contra la pared de piedra del pozo. Alberto estaba apoyado contra uno de los salientes para poner los cubos y ...