1. Lo que siguió en la noche con Stella


    Fecha: 01/12/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos

    Stella estaba terminado de platicarme lo que conté en mi relato anterior (dejo el link al final de este relato) cuando llegó el mesero del restaurante donde la invité a cenar.
    
    –Discúlpenos, ya vamos a cerrar esta zona de restaurante porque no tenemos licencia de horario. Pueden continuar su charla en la zona del bar, ahí cerramos más tarde –dijo extendiéndome la cuenta.
    
    Pagué y le pregunté a Stella si quería ir al bar. Ella aceptó con un gesto afirmativo.
    
    –Sí, Cornelio recogió a mis hijos en la mañana y hasta el domingo en la noche los regresa. ¡Hay tiempo para todo!
    
    –¿No tienes que verte con alguien para darle las delicias gastronómicas que hiciste con tu exmarido?
    
    –¡Ja, ja, ja! No, ya lo voy a cortar como macho de planta –me dijo y se apoltronó en uno de los sillones del bar.
    
    –¿Por qué? –pregunté extrañado– Pensé que te entendías muy bien con él.
    
    –Porque es un macho tóxico. Ya sacó las garras: se enojó porque le dije que este fin de semana yo saldría con un amigo y ¡me lo prohibió! ¡Pinche pendejo!, cree que porque coge divino ya es mi “dueño” ¡Está jodido! –me decía con un semblante que denotaba mucha ira, el cual suavizó y cambió a una cara coqueta y una sonrisa que acompañó extendiendo su mano bajo la mesa y acariciar mi pene por encima del pantalón para terminar la explicación–: vergas sobran…
    
    Movió su palma dándome masaje en el miembro que pronto se endureció. Le correspondí la sonrisa y pasé el dorso de mi mano sobre el brazo, acariciándola. ...
    ... Pedimos unas bebidas, que surtieron de inmediato y reanudé la plática que habíamos suspendido en el restaurante.
    
    –Bueno, de lo que me contabas de ustedes, cuando Cornelio llevó a tus hijos, ¿lo convenciste de quedarse esa noche a dormir contigo?
    
    –Sí, aunque no lo creas, nos amamos y deseamos mucho, pero no se me da la idea de ser propiedad de un solo hombre. Mi cama aún tenía el humor y los vellos del encuentro porque mi macho me dejó bien servida y me quedé dormida; cuando llegaron los niños sólo me puse una bata encima. Cambié a los hijos, Cornelio les contó un cuento dejándolos dormidos y lo esperé en el comedor con unos bocadillos que preparé pues yo sí tenía hambre. Le ofrecí, pero él declinó aduciendo que ya habían cenado. “Entonces acompáñame con esto” le dije extendiéndole una botella de vino y el sacacorchos. Él miró la etiqueta y sonrió pues con ese vino nos emborrachamos cuando me embarazó. El mensaje fue comprendido a cabalidad: de muy buen talante, abrió la botella, sirvió las copas y se sentó tomando uno de los bocadillos. Tomó la copa y dijo “Salud, chichona hermosa”. Choqué mi copa con la de él al tiempo que me desaté los botones de la bata y la deslicé por mi espalda dejando ver mis senos. “Terminemos de comer” dijo y volteando a ver la cama revuelta, porque la puerta de mi recámara estaba abierta, “A ver si logramos llegar allá sin traspiés después de acabarnos el vino”, dijo antes de darle varios tragos a la copa y la volvió a llenar. “¿Y tú…?” dijo ...
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