Lo que siguió en la noche con Stella
Fecha: 01/12/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos
... beso a ocho labios que concluyó con un “Te amo” simultáneo a nuestra sincrónica venida matutina.
–¡Uf, qué aguante tienen! Si se aman tanto, ¿por qué no regresan?
–Porque también me gusta coger con otros y eso no se ve bien en una esposa –explicó poniendo una cara de resignación.
–Pues, al menos tienes variedad en la diversión. Así que preparaste también el atole para tu macho, tal como se lo habías prometido –dije para motivarla a que continuara con la secuencia narrativa.
–Sí. Nos levantamos, lo metí al baño y me fui a despertar a los hijos para que se lavaran y peinaran en el otro baño. Mientras ellos se vestían yo hice el desayuno. Cuando Cornelio salió de la recámara, las caritas de mis hijos se alegraron “¡Papi, buenos días! ¿Tú nos vas a llevar a la escuela?”, le preguntaron y él contestó afirmativamente con una gran sonrisa de felicidad. Al terminar el desayuno, todos nos fuimos a lavar los dientes. Con el tiempo muy limitado, salieron de prisa rumbo a la escuela, que está relativamente cerca. Al regresar, sólo tocó la puerta para despedirse. “Adiós, y muchas gracias” dijo y yo contesté “Al contrario, gracias a ti”, pensando en su donación de esperma y nos dimos un beso. No pasó mucho tiempo cuando llegó mi macho, quien después de besarme preguntó “¿Tu ex durmió aquí?” “Sí”, fue toda mi respuesta acompañada del abrir de mi bata para que disfrutara del olor de mi pelambre. Al igual que Cornelio, me tumbó en la cama y se puso a chuparme ...
... frenéticamente, deglutiendo el sabor que traía acompañado del flujo que me brotaba de los orgasmos que me daba su lengua…
–¡Sí que les gusta el atole a los dos! –dije con admiración.
–No sólo a ellos, todas mis parejas han probado el de Cornelio y él también el de ellos, además, de vez en cuando saborean el de otro, no sé si reconozcan que no es el de mi exmarido, pero también les gusta –precisó con un aire de satisfacción y en eso llegaron los mariachis al bar–. Vámonos ya, porque el ruido no es bueno para la plática y las canciones “tiranas” me molestan poniéndome triste–. Dijo haciéndole una señal al mesero para que nos trajera la cuenta.
–Bien, te llevaré a tu casa –dije al pagar.
–No, mejor vamos a la tuya, si no te molesta y tienes alguna botella para continuar la peda –me suplicó y yo acepté con un gesto afirmativo.
–¿Por qué dices canciones “tiranas”? –le pregunté ya en el auto.
–No lo digo yo, así les dicen a las canciones de desamor. Supongo que eso lo sacaron de la canción Corazoncito tirano – y me ponen triste porque me dan celos al acordarme de Cornelio y otros–. Es más, cuando ya estemos muy borrachos me pones una de esas para que llore a gusto en tus brazos. Creo que tú sabes más de mí, después de tu amigo Cornelio, que cualquiera otra persona, por eso me sentiré a gusto llorándolo –dijo recargándose en mi hombro y limpiándose una pequeña lágrima y yo recordé que siempre hicimos buenas migas desde que nos conocimos cuando ella y Cornelio eran ...