1. Silvia


    Fecha: 12/12/2022, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... para vivir en un ático.
    
    -M. No, es la primera vez. Se ve precioso. Mira, los tejados empiezan a estar blancos. Menos mal que estás tú aquí, no me gusta nada este piso, tan grande, tan frío.
    
    -Silvia. ¿Frío?
    
    -Maribel. No de temperatura, me refiero a esa decoración que tanto le gusta a tu padre, todo en blanco y negro, y todo cuadrado, hasta los jarrones.
    
    Silvia sonreía, había escuchado cien veces la misma historia de lo difícil que era vivir con un arquitecto.
    
    -M. Bueno, en realidad me paso en la cocina la mayor parte del tiempo. Solo ver mis muebles de madera y los azulejos rústicos me relaja de tanto diseño y hasta he puesto un sofá al fondo.
    
    -S. Bueno, ¿qué? ¿Hacemos la lista de la compra para mañana?
    
    -M. Claro que sí cariño, pero nos va a entrar hambre.
    
    Sí, aunque muy ocasionalmente, a mi hija y a mí nos gustaba darnos un atracón y la ocasión no podía ser mejor. Siempre lo hacíamos solas, era nuestro secreto, uno de tantos. Nos llevábamos muy bien, éramos como dos gotas de agua, bueno, una gota con veinte años más que la otra. Ninguna estaba gorda, quizás un pelín rellenas, pero sí que somos dos mujeres de formas rotundas, buenas caderas y un culo jugoso y redondeado, como tan de moda están ahora. Mi hija tiene un poco más de pecho, yo he estado cien veces a punto de operarme, tengo un buen par, pero no se corresponde con el resto de mi cuerpo. Cuando me miro en el espejo y veo mis preciosas piernas y caderas, me digo que para ser la hembra que a mí ...
    ... me volvería loca faltan varias tallas de pecho.
    
    De cara Silvia y yo nos parecemos, muchísimo. Somos morenas, yo tengo una melena muy larga y ella mucho más corta. Somos guapas, perdón por la vanidad. Me siento muy orgullosa de que haya heredado mi belleza, sobre todo mis ojos, mi boca, mis largas piernas y, la guinda del pastel, mi contundente trasero.
    
    Recuerdo que cenamos pronto e hicimos la lista de la compra para el día siguiente.
    
    -S. Acabo de cenar y sigo muerta de hambre. Mañana voy a comer como una cerda.
    
    -M. (tras una carcajada). Me encanta cuando hablas así, con lo fina que tú eres. Te voy a contar un secreto, yo a veces me pongo un poco de licor y me lo bebo a sorbitos para matar el gusanillo.
    
    -S. Caray mamá, cualquiera diría que tenemos un problema con la comida.
    
    -M. Problema ninguno, pero llegar a los cincuenta con este cuerpazo conlleva un sacrificio. Por cierto, ben y te enseño mi último juguete.
    
    Recorrimos un largo pasillo y llegamos a una habitación donde tenía mi recién estrenada máquina de rayos uva.
    
    -S. ¡Guau! Qué maravilla.
    
    -M. Le he prometido a tu padre no usarla más que tres horas a la semana.
    
    -S. Si por favor, ten cuidado.
    
    Hacía más de diez años que no nos habíamos visto desnudas.
    
    -M. Silvia, voy a enseñarte como funciona. Me pongo el bikini y vuelvo en un segundo.
    
    -S. Mamá, si te da apuro yo espero en el salón.
    
    -M. ¿Apuro? ¿Pero qué apuro podría darme que me vieses desnuda?
    
    -S. ¿Entonces?
    
    -M. Es tu padre, ...
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