1. En la playa con mi marido


    Fecha: 14/12/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Maica, Fuente: CuentoRelatos

    Capítulo II (no es necesario leer el capítulo I para entender este).
    
    Mi marido definitivamente era un hombre patético, además de que su aspecto era anti lívido total, su inteligencia tampoco estaba muy desarrollada. Había tardado casi una década en sacarse su carrera de Derecho, que al final no le sirvió de nada porque acabó trabajando en el negocio de su padre, como era de esperar. Tenía unas rentas decentes gracias a que el negocio de su familia paterna iba viento en popa desde antes que él lo heredara, de modo que, prácticamente no tenía que hacer nada para mantenerlo, y por supuesto, su ambición para mejorarlo era nula.
    
    A pesar de que no me atraía nada como hombre, digamos que... me gustaba la versión que sacaba de mi misma cuando estaba con él, era como su madre, pero una madre que lo ridiculizaba y humillaba. A veces le hablaba como si fuera retrasadito, le hacía llevar pañales y le obligaba a cagarse y mearse en ellos, para así poder cambiarle como si de un bebé grande se tratara. Me acuerdo, que en una de esas ocasiones de cambio de pañal, estando el boca arriba y desnudo de cintura para abajo, con el pañal abierto lleno de caca, le extendí una toallita húmeda para que escupiera en ella, y así poderle limpiar bien el culito. Le gustó cuando se la pase por el ojete, tanto que tuvo una erección, que aproveché, para, con el dedo pulgar y el índice, apretarle el micro pene con fuerza, como una tenaza, y con la otra mano golpearle las pelotitas con la palma abierta, ...
    ... mientras le decía: “los niños buenos no se ponen cachondos con sus madres, eres un cochino, como sigas así te voy a cortar la cuca”. “Perdón mamá, perdón”, respondió quejoso y con una mueca de dolor en la cara.
    
    Nos gustaba también ir a playas nudistas o seminudistas. Íbamos, nos desnudábamos y caminábamos por la playa, el con su micro pene y yo con mis tetorras caídas pero aún bellas. Cuando veía a algún hombre desnudo por la playa y bien dotado, me gustaba ir a hablar con él, mientras mi marido esperaba dándose un baño en el agua o simplemente de pie observando el panorama. Me dirigía al hombre en cuestión bien para preguntarle la hora o bien para pedirle un cigarro, para ambas cosas el hombre debía de caminar, con su gran pene colgante, junto conmigo, hasta sus pertenencia. En ese trayecto, más o menos largo, procuraba ser dulce y amable, lo que siempre o casi siempre, generaba un aumento en el tamaño del pene del hombre, por el flujo de sangre, que comenzaba a llenarlo. Me divertía mucho ver como aceleraban el paso antes de que el pene comenzara a levantarse y la erección se volviera muy evidente. Una vez llegaban a sus pertenencias, ya caminando rápido y por delante de mi, para que no viera como sus pollas apuntaban al frente, se sentaban en sus toallas tapándose el pene con las piernas y comenzaban a rebuscar en su maleta, con la cabeza gacha y evitando contacto visual conmigo, que permanecía desnuda delante de ellos sin cubrirme ni un poco, a menos de dos metros. Me ...
«1234...»