1. Por no pagar la cuenta


    Fecha: 18/06/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... me acerqué y con gesto de fastidio por el olor algo fuerte que despedía, comencé a pasarle la lengua por los gruesos y abultados labios de la gigantesca concha. Poco a poco ella comenzó a mover la cintura y como a los cinco minutos empezó a derramar un flujo muy pegajoso, lo que me produjo algo de repulsión, por lo cual traté de apartarme un poco. Eso la enfureció y casi al instante sentí un fuerte golpe en pleno rostro, al tiempo que gritaba: con ganas hijueputa, no me haga romperle la boca!!! Mejor acuéstate y yo me hago arriba!!! Entonces con una fuerza inusitada y una agilidad admirable para su corpulencia, me volteó y se me subió encima de la cara, atenazándome con sus poderosos músculos. Yo comencé a manotear por falta de aire, pero ella no aflojaba.
    
    Estaba casi ahogándome, con la tremenda mata de pelos en pleno rostro y a punto de perder el sentido por falta de aire, cuando ella me dijo: va a mamar bien??? Si lo hace bien te suelto, si no te rompo el cuello!!! Poco a poco empezó a aflojar la presión y entonces, para acabar rápidamente la tortura, comencé a chupar con ganas los labios de la peluda raja y el alargado clítoris. Al cabo de unos minutos ella inició un movimiento de cadera como si estuviera refregándose en mi cara. Nuevamente me comenzó a hacer falta el oxígeno y cuando ya me estaba entrando el desespero, Cristina comenzó a saltar como si estuviera cabalgando sobre mi rostro y a gritar que se venía. Entonces sentí un chorro de un líquido más bien claro y ...
    ... de olor penetrante que me dio en pleno rostro y que obviamente no pude tragar por lo abundante y por la fuerza con que salió, pero que me empapó por completo la cara y el cuello. Poco a poco Cristina se calmó y entonces se bajó de encima de mi cara y recostándose nuevamente me dijo: ahora sí te ganaste mi concha, si quieres claro…
    
    Aunque hubiera preferido a Sonia o a Angélica, por no ir a enfurecer a Cristina, que ya había dado muestras de su violencia, me dispuse a complacerla. Le acerqué mi pene y ella comenzó a acariciarme los huevos y a hacerme una mamada, pero yo lo último que deseaba era vaciarme fuera de su enorme chocha, aunque su boca fuera también jugosa e irresistible. Además, ya casi no sentía ni las pelotas ni la verga del dolor que tenía y me daba miedo que me dejaran con la leche en la punta, como me hizo Sonia. No sé cómo pude detenerla y levantarla, dejándome la verga y los cojones completamente embarrados de crema. Entonces ella me dijo que aprovechara, que necesitaba con urgencia sentir mi verga hasta lo más profundo de su cueva. Con lentitud fui acercando mi verga a la entrada del empapado túnel y sin penetrarla comencé a frotarle los labios de arriba abajo. Cristina empujaba hacia arriba deseando enterrarse el tronco de una sola vez, pero yo reculaba, hasta que no pude aguantar más y comencé a introducirle muy despacio, centímetro a centímetro, mi larga y gruesa barra de carne. Quedé aterrado del calor que emanaba de esa cavidad, parecía que estuviera ...
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