1. Por no pagar la cuenta


    Fecha: 18/06/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... metiendo mi verga en un horno, eso sí bastante cremoso y resbaloso. Cuando sentí que mis pesadas bolas se acomodaban en la tupida alfombra de pelos que era el culo de Cristina, ésta exhaló un suspiro de alivio.
    
    - Pensé que me ibas a traspasar hijo de puta, me dijo. La siento en el fondo, como si me fuera a salir por la garganta, pero te mato si la sacas!
    
    Para no desilusionarla me quedé quieto, dejando que mi verga se acomodara al tamaño de su vagina y que los abundantes jugos que derramaba la empaparan por completo. Mientras tanto le besaba las tetas y le decía que se alistara, que la iba a llenar de leche por completo, para que nunca olvidara este polvo. Solo cuando ella comenzó a moverse nuevamente, empecé a sacarlo y a meterlo. En cada embestida lo sacaba casi hasta el final y luego lo empujaba hasta el fondo. Por curiosidad quise ver como se veía mi verga entrando y saliendo de su vagina, para lo cual me levanté un poco. Casi me vengo en ese instante cuando observé mi verga, cada vez que la sacaba, completamente empapada de una crema blanca y espesa y al mismo tiempo cómo la inmensa madeja de pelos de esa hermosa chocha se pegaba por completo al tronco cuando este salía. Esta visión, más los gritos de placer que emitía Cristina, me hicieron acelerar el ritmo de la cogida. Cada vez me resultaba más difícil contener la venida.
    
    Cuando comencé a sentir que mis huevos se encogían y bajaban casi hasta meterse dentro de la cueva de Cristina adiviné que el momento ...
    ... culminante había llegado. Le grité a Cristina, ahora y le clavé con fuerza una estocada hasta lo más profundo. Bajando por la columna sentí una especie de espasmo y de lo más profundo de mi cuerpo comenzaron a brotar largos y potentes chorros de semen que debían salir como fuego líquido, ya que ella se contorsionaba como si la estuvieran quemando con un hierro caliente. Podía sentir cada lechazo cuando hinchaba mi verga y salía como un disparo alojándose en lo más profundo de la vagina de Cristina, quien gritaba como una loca pidiendo más y más. Mientras que yo seguía metiendo y sacando mi verga, disparando leche en cantidades aterradoras, que fácilmente le rebosaban la chocha y salían a borbotones por los costados y por el borde inferior de la vagina que daba contra el culo, ella también seguía moviéndose como una desesperada, en un orgasmo múltiple que la hacía temblar de emoción. Poco a poco nos fuimos relajando, hasta que mi verga por lo resbalosa se salió de la cueva, dejando brotar una verdadera cascada de semen que le escurría por la ingle, resbalaba por el culo y se depositaba en la cama formando un inmenso manchón.
    
    Sonia, Angélica y hasta doña Teresa comenzaron a reírse y a aplaudir, diciéndome que podía volver al restaurante cuantas veces quisiera, eso sí pagando o si no me volverían a dar su crema de sobremesa! Apenado yo no me atrevía ni siquiera a mirarlas y al tiempo que me vestía rápidamente les rogaba que me abrieran la puerta, que debía llegar pronto a la ...
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