Ocurrió en el sur (II)
Fecha: 14/02/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: campillo, Fuente: CuentoRelatos
... desorientada.
II
Félix nunca dejó de visitarnos después de su charla con Marcelo que marcó el fin de mis servicios, y si bien mantuvo distancia conmigo, siempre estuvo como un puma al acecho y como he dicho no se privó de seguir golpeándome; Él fue el que advirtió de alguna forma mis estados de ánimo, aunque nunca los dejé traslucir, y a pesar que nunca lo miré directamente como para recibir un mensaje, ni admití que se reflejara nada; pero él lo advirtió. No en vano me había roto el culo tantas veces y me había iniciado en prácticas que solo él usaba, dominando mi voluntad. Tenía como una llave de mi, de una parte de mi que había sido solamente suya.
No se cómo, pero lo advirtió. Había aprendido a conocerme más de lo que yo creía. Además, cuando aparecía, sentía palpitar mi culito como emocionado y no podía dejar de pensar en el sabor y la textura de su hermosa pija en mi boca, al tiempo que me emocionaba pensar que volvía por mi; Cada vez se me hacía más aceptable, tanto que en ocasiones la recordaba como hermosa aunque rechazaba la idea. Creo que él lo percibió en el aire.
Yo muchas veces me sorprendí a mi misma mirándole la bragueta e imaginando cosas, incluso aceptando que me pegara, algo que rechazaba violentamente en cuanto tomaba conciencia, pero a lo que volvía sin querer y que mantuve en secreto sin acusarlo. Él no dejó de cachetearme violentamente sin motivo o darme fuertes tirones de pelo y hasta trompadas en las costillas que me dejaban sin ...
... respiración. Todo lo acepté sumisamente.
Cuando a veces se quedaba a pasar el día con nosotros, nada parecía salirse de lo normal, pero yo llegaba a la noche con una carga notable de calentura y cogíamos a lo loco con Marcelo, que ni sospechaba lo que pasaba conmigo, ni por qué lo buscaba. Pero yo estaba caliente si bien no era plenamente consciente de eso. Es más, sin decir palabra me ponía boca abajo, esperando ansiosa que Marcelo me la diera por el culo, pero quedé siempre frustrada y con las ganas porque nunca lo hizo. Tampoco se lo pedí porque temía alertarlo. Pero me di cuenta que yo había aprendido a gozar por atrás y que veía con agrado una buena poronga en el ojete, como había tenido tantas veces. Eso era mío y lo extrañaba. Era parte de la vida, no era tabú ni pecado.
Félix, por su parte, fue tomando actitudes que yo leí como mensajes y avances; aunque fui solamente yo quien captó su modo sutil y subrepticio de actuar ya que nunca dejó traslucir nada ante los demás. Solía quedarse a comer en casa con todos, y pedía permiso para echarse una siestita, cosa que hacía siempre en el sillón del living y en el lugar donde tantas pajas le había hecho, donde me rompió el culo y donde me enseñó a chupar su pija.
Que se sentara siempre ahí, era para mi como un mensaje: Era como el asesino que volvía al lugar de comisión de su delito y esperaba que su presa volviera. Yo, emocionada, me sentaba a leer en el sillón del frente y simulando, con una revista en la mano, le miraba la ...