Ocurrió en el sur (II)
Fecha: 14/02/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: campillo, Fuente: CuentoRelatos
... entrepierna con hambre tan inconfesado como inconsciente. Marcelo, mi marido, hacía su siesta en nuestro dormitorio.
Así pasó el tiempo. Insisto que Félix me conocía bastante bien y fue calibrando y advirtiendo la situación paso a paso; Con aplomo, comenzó a avanzar cuidadosamente para evitar resbalones y la reacción de Marcelo, mi marido, que le había puesto límites. Tenía que considerar cómo reaccionaría yo, porque debía mantener oculto lo que fuera, y necesitaba saber si yo mantendría silencio y lo que es más, si podía contar con mi complicidad; Lo hizo cuidadosamente pero comenzó a avanzar con sutileza, como midiendo mi complicidad.
Lo primero que hizo fue, cuando estábamos solos y él dormía su siestita, comenzar a sobarse la entrepierna, simulando estar dormido, colocando la pija de modo que la pudiera valorar a través del pantalón. He de confesar que para ese entonces se me hacía agua la boca y no podía apartar mis ojos de él, aunque en mi mente lo rechazaba.
La escena se repitió muchas veces y yo cada vez lo fui aceptando más, e inclusive lo esperaba rogando que terminara el almuerzo y se diera la situación de la siesta para que él repitiera su desafío. El estómago se me llenaba de hormigas…
Una de esas veces, un sábado de otoño, Marcelo se fue a dormir la siesta como de costumbre y nos dejó en el living, solos como siempre; los chicos jugaban afuera y yo leía, simulando. Félix volvió a su jueguito y en medio de su sobada, cuando yo lo miraba atenta, ...
... abrió los ojos y me miró fijo advirtiendo que yo tenía la vista fija en su entrepierna. Aparté la vista en el acto, azorada, pero él lo advirtió bien. Entonces, sin dejar de tocarse y sin soltarse la pija me ordenó lo que podría ser un pedido:
-Vení, sentate aquí a mi lado-, me dijo señalándome el lugar donde siempre lo había pajeado. Mi mente fríamente reaccionó y gritó que se fuera a paseo, que ni pensaba, pero mi voluntad estaba dominada por él y por mi deseo: Dejé la revista a un lado, me levanté, caminé hasta el sillón y me senté a su lado. Volvía a obedecer. No me sentía ni dominada, ni avasallada, ni humillada, simplemente lo hice movida más por mi que por él, que evidentemente dominaba mi voluntad.
–¿Querés tocarla?-, me preguntó con su mirada fija y atenta, refiriéndose a su pija que astutamente no había sacado del pantalón. Era consciente de su sutil dominio y mi acto obediente. Yo mantenía la mirada baja pero no dejaba de mirar su entrepierna; Quitó su mano de allí, dejándome el camino libre y estiré la mano un poco como para tocarlo, dubitativa, pero antes de llegar a hacerlo, reaccioné, me levanté y volví a mi sillón, negándome a consumar lo que él quería. Él amagó golpearme, pero se sofrenó. Me estremecí.
Pero con lo que había ocurrido en ese momento, él había aprendido que podía pedirme o sugerirme cosas sin que protestara, y que yo había querido satisfacerlo aunque me arrepentí en el camino; sabía que me podía y que de alguna forma me dominaba y que me ...