El regalo: Un antes y un después (Vigésima séptima parte)
Fecha: 27/02/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... Infinitamente lo quería tener allí para mí, tanto como deseaba en esa madrugada, cerrar mis ojos con ganas de despertar más tarde y que todo hubiera sido una maldita pesadilla.
Recuerdo sentarme a mi lado acostumbrado de la cama. Mis ojos aún aguados, recayeron casi por inercia, en las fotos colgadas en la pared, mi Rodrigo y yo, –sonrientes tomados de las manos– disfrutando con nuestros hijos del Parque del Retiro, a los pocos días de haber llegado a Madrid. Y volví a recaer en mis intensos sollozos. No se detenían mis lágrimas, caían y caían, humedeciendo bastante la sábana gris. Aspiré y levanté mi cabeza hasta visualizar las luces en el techo.
Luego giré mi cabeza, buscando un poco de aliento, un apoyo necesario y baje la mirada para observar un cuadro con forma de corazón, una fotografía antigua, donde él y yo recién casados, nos besábamos con ternura y en ese beso dado la promesa de una vida entera, juntos hasta ya ancianos, morir los dos al mismo tiempo tomados de nuestra envejecidas manos. Esa foto fue de nuestro comienzo, sin tener nada, solo los dos con nuestros pequeños y nuestro amor. Desconsolada la tomé entre mis manos y la acerqué a mi pecho, pensando si acaso sería posible que se repitiera por mi estupidez y por la suya también, que Rodrigo se alejara de mí, por segunda ocasión.
Me puse en pie porque no me hallaba a pesar de que mi cuerpo si estuviera en aquella habitación, creería que ni me sentía viva aunque respiraba estremecida, adormilada por el ...
... dolor y con la gran ayuda del alcohol. Me acerqué a la ventana de la habitación y la abrí de par en par. Sentí la brisa golpear mi rostro, mecer mi ondulada melena. ¡Refrescándome! Dejé sobre mi almohada aquel retrato y tomé con ganas la botella de aguardiente y un cigarrillo, me apetecía fumar. Observé sin mayor atención la calle, a los pocos transeúntes mucho más alla de nuestra edificación y uno que otro auto, circulando silenciosos por la alumbrada avenida. Las nubes pocas y aquella luna, –tan admirada por mi esposo– que en su cuarto creciente, parecía muy sonriente, simular burlarse tan elevada en el firmamento de mis desgracias.
Lo había exteriorizado todo, por culpa de esa mujer de dorados cabellos. Un parlamento insinuado y descrito por mi amiga Amanda. De tanto insistirme, presionarme para imaginarme nuevamente deseada, recordar mi desaforada venganza al ver la cara abatida de Rodrigo, al dejar que mi jefe me besara enfrente suyo y dejarme desear por aquel fornido americano, para incrementar su humillación. Y entre tantos gemidos germinados, –en amplias vocales aspiradas y afirmativos si prolongados– de mi garganta, obtenidos por los finos, juguetones y delicados dedos de aquella mujer, penetrando agitadamente mi mojado interior, terminé por recordar aquella noche anterior con mi jefe, reconocido ante mi esposo y delante de todos en aquel bar, como mi nuevo amante. ¡Sublime actuación! Fatal la decisión.
…
—«Rolito hermoso», a mi déjame en el hotel. —Me pidió ...