Pasiones prohibidas
Fecha: 02/03/2023,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Toda mi vida te amé en secreto. Las mujeres iban y venían, pero los sentimientos por vos nunca cambiaron. Muchas veces intenté no verlo o enterrarlo en lo más profundo de mi ser porque no podía, no debía amarte. Pero cuando el sentimiento es fuerte, poco se puede hacer al respecto.
Lamento tanto que nos hayamos conocido de la forma en que lo hicimos, pero a veces el destino es caprichoso y no podemos más que resignarnos a la realidad.
Y mi realidad es que amo a la mujer de otro, amo a la mujer de mi mejor amigo. Tantas veces sentí envidia y celos por verte con él, pero lo cierto es que si no fuera por él, no te habría conocido. Tantas veces traté de contentarme solo con verte y que fueras mi amiga, pero lo único que lograba era tener que repetirme una y otra vez, es la novia de mi amigo, es la novia de mi amigo.
Y acá estamos hoy, en el funeral de mi mejor amigo. Yo estoy destrozado y vos no encontrás la forma de contener tu dolor, pero soy tan basura que no dejo de pensar que ahora sos libre, que yo soy libre para amarte sin sentir culpa.
Me acerco a vos y con toda la sinceridad te digo que entiendo tu dolor, que voy a estar ahí para ayudarte en lo que necesites. Y como siempre, respondes con dulzura, me agradeces y me abrazas rompiendo en llanto. No sé si sufro más por no volver a ver a mi amigo o por tu sufrimiento.
El funeral termina y nos despedimos. Te repito que cuentes conmigo para lo que sea, incluso si es solo para hablar; soy sincero en mi palabras, ...
... pero no quiero perderte y aunque te enamores de otro quiero seguir estando a tu lado.
Con pesar me volves a agradecer y te vas.
Los días pasan y como no quiero ser pesado te doy un espacio y no te molesto. La pérdida de mi amigo me sigue pesando, pero entiendo que así es la vida y trato de seguir adelante. Sigo sin comunicarme con vos, no quiero perderte, pero tampoco sé qué decirte y no quiero estar revolviendo una herida, así que considero mejor darte un poco más de tiempo.
Hasta que un sábado me llega un mensaje tuyo. Mi corazón salta de felicidad. Me pedís de venir a mi casa para charlar. Cuando llegas noto que tu pesar no ha cesado. Aunque no estás llorando, un poco tratás de disimularlo, pero te conozco, seguís destrozada. Te pregunto cómo estás y me decís que mejor, que de a poco estás volviendo al trabajo, que necesitas despejarte, salir de tu casa y que por eso habías venido.
Me alegra tanto saber que de todos tus seres queridos recurriste a mí. Pero temo que nunca dejes de verme como un amigo. Continuamos hablando y sin pensarlo mucho comienzo a contarte una anécdota graciosa de antes de que mi amigo fuera tu novio. Logro hacerte reír, al menos un poco, pero luego caes en silencio y comenzás a llorar. Soy un idiota, cómo podría eso hacerte sentir mejor si lo que buscabas era despejar tu mente.
Me siento a tu lado y te pido perdón mientras te abrazo. Me devolvés el abrazo y rompes en llanto. Me decís que no podés dejar de extrañarlo, aunque sabés que ...