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El internado
Fecha: 10/04/2023, Categorías: Bisexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... me acordaba de ponérmelo. Se acercaba el final de las vacaciones y el momento de volver al colegio y el problema de con quién dejar a mi mascota y sus nuevas habilidades. Una persona de confianza que se encargara de mitigar, controlar o por lo menos vigilar la fogosidad del can. No se le ocurriera hacer gala de sus nuevos conocimientos ante mi madre o alguna desconocida, lo que hablaría bastante mal de su dueña. Con mi madre me unia una gran confianza, aunque me hubiera mandado a un internado para follarse todo lo que se menea, pero no se podían tratar ciertos temas. No tenía hermanas y pensaba que debía ser una mujer que se aprovechara de las habilidades del animal. Pronto se me ocurrió la solución. Mi cuñada, la mujer de mi hermano era la veterinaria que siempre la había cuidado y que ademas la apreciaba mucho. Con un cuerpo deseable larguísimas y bien torneadas piernas, anchas caderas que le dejaban un culazo tremendo, esbelto talle unos grandes y un pelin colgantes pechos, y una carita preciosa de labios rojos carnosos sensuales, ojos castaños oscuros, melena negra larguísima y piel bronceada, muy muy oscura. El cabrón de mi hermano siempre tuvo buen gusto para las mujeres y desde que yo había aprendido a apreciarlas me daba cuenta de eso. Le llevé el animal a su consulta con la excusa de un chequeo normal. Había quedado con ella para un rato en el que no tendría clientes y estaríamos a solas, su enfermera con el día libre, aunque no me hubiera importado que ...
... ella también participara en el asunto. También era una mujer de bandera. Sandra llevaba solo la ropa interior, una lencería sexi y cara, bajo una bata de laboratorio según su costumbre de tener puesta la calefacción a tope. Yo iba dispuesta a ligármela. Cogió a la perrita y comenzó con las pruebas de rigor, la ayudaba en lo que podía a la vez que comencé a hablar de sexo, el del chucho y su vida amatoria pero haciendo bastantes generalizaciones hasta que deslicé la insinuación de que el animal sabía comer coños. Ella dio un respingo y dijo: -¿¡qué!? ¿lo sabes de cierto o solo lo parece? Haciéndome la inocente y con una cara de cemento armado contesté que solo tenia indicios pero que todo indicaba que así era. Incluso acusé al pobre bicho de meterse entre mis piernas cuando tomaba el sol en bikini. Trató de quitarle importancia pero la reté diciéndole: -si no me crees haz tu misma la prueba. Le picó el orgullo y la curiosidad y probablemente la excitación. En sus años de medicina animal no se había topado con ningún bicho de tan singulares características. Me ordenó cerrar la puerta con llave se abrió la bata y se bajó un tanga muy sexi que llevaba y que por entonces yo no me atrevía ni a soñar y dejó a la perra frente a su vagina. Iba a ser la prueba de fuego del animal. Nunca había chupado otra vulva que la mia. No me defraudó. El can se lanzó sobre el hermoso organo que se le ofrecía utilizando todas la tretas que yo le había enseñado para hacerla gozar. Pronto ...