Ella fue a comprar
Fecha: 16/04/2023,
Categorías:
Anal
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Uno de esos días entre semana en los que se está organizando todo lo de la casa, Julia tenía que ir a la tienda para comprar algunas cosas que faltaban.
Sobre las 11 de la mañana se dispuso a salir arreglándose un poco por aquello de ir "decente": se peinó un poco, se colocó bien su faldita por encima de las rodillas, cogió su bolso, asegurándose de llevar la cartera y las llaves, y salió.
Cuando llegó a la tienda, que a penas estaba unas calles más abajo, había un cartel colgado que decía "cerramos unos momentos por reparación de pequeña avería", así que, después de pensar qué hacer decidió sentarse en un banco que había enfrente de la puerta, al otro lado de la calle, que era bastante ancha y además tenía un árbol que formaba un buen escenario para observar a la gente que pasearía, coches, etc.
En unos minutos apareció un hombre con un carrito lleno de flores. A Julia no le costó adivinar que, evidentemente las vendía a quien pudiera necesitarlas. Pensó en parejas de enamorados, amigos, quizá algún adolescente que antes de pasar a la acción con su pareja decidiera engatusarla con alguna de esas rosas de siempre ... pero algo llamó inmediantamente su atención: el aroma que llegó hasta su nariz: era algo fantástico, embriagador, casi mágico ....
Casualmente, el hombre, aprovechando la sombra del árbol, se detuvo al lado de ella y colocó el carrito entre el tronco y el banco. Se giró y le dijo -Buenos días. Julia, lo miró inmersa en esa mágica sensación que tenía ...
... y le devolvío el saludo: buenos días.
La mujer estuvo varios segundos disfrutando todavía de esos aromas, y de hecho hasta llegaron a cerrársele los ojos por tal efecto, relajando tanto su cuerpo que sus piernas se separaron levemente, dejando la abertura de la falda un poco más pronunciada. El hombre, le dijo con una voz cálida y profunda -sabe? no se si estará usted cansada o bien estará relajada por la cara que le estoy viendo ahora mismo, pero le voy a regalar esta flor de dos colores que me parece muy adecuada, entre otras cosas porque hace juego con su ropa. Efectivamente no falló, porque era una estupenda rosa Madame Meilland con colores blanco y rosa que combinaba perfectamente con los tonos azules de esa falda entreabierta y que además, parecía un poco más corta de lo normal por haberse retraído al sentarse.
Julia, rápidamente apretó sus muslos, puso su mano derecha en la abertura y por si fuera poco, colocó el bolso encima y la otra mano sobre éste, fruto del rubor por la sensación. El hombre, con cierto disimulo colocó la flor sobre la mano que estaba encima de aquella montaña improvisada. Ella dijo -no es necesario, pero gracias, es preciosa.
Después de otro pequeño silencio donde ya, por la mente de Julia pasaban mil cosas: nervios, el ambiente maravilloso de aquel olor y, de nuevo, una incomodidad por la posición corporal que tenía .... se dio cuenta que uno de los dedos de la mano derecha (la que tapaba la abertura de las piernas) rozaba el muslo y el ...