1. Insomnio, confinamiento y sexo


    Fecha: 17/04/2023, Categorías: Voyerismo Autor: L0LA, Fuente: CuentoRelatos

    ... el centro, me miraba con la cara que un animal devora a su presa, bailaba sobre mí moviendo su pelvis hacia delante y hacia atrás, con fuerza. Las venas de su cara se hinchan, las de su polla ya lo estaban desde hacía rato. Tan pronto empezó a gemir, hizo un movimiento rápido y metió su polla en mi boca; una vez ahí empezó a regar mi lengua con su leche. Mi cuerpo se estremecía con cada uno de sus gemidos, sentir el palpitar de su polla en mi boca, cómo su cuerpo se tensaba entero sobre mí, su espalda se arqueaba y gemía con más fuerza.
    
    Cuando sacó su polla de mi boca, le volví a sonreír, limpié una gotita de aquella rica leche de mi labio con mi dedo y lo metí en mi boca. Él con su sonrisa de niño perverso, fue a su pantalón, sacó un preservativo y se lo puso. Después, se situó entre mis piernas, las levantó hasta poner mis pequeños pies en su pecho y me penetró, yo creía que ya habíamos terminado, pero a Pablo le quedaba marcha para rato.
    
    Me fue follando lentamente, entrando y saliendo de mí, disfrutando cada penetración. Yo sentía mi coño muy húmedo y su polla muy grande. Mis manos fueron a mis pezones, sentía un placer absoluto. Sin entender por qué, de repente me giró, me dejó boca abajo con las piernas estiradas y metiendo su polla entre mis piernas llegó a ...
    ... mi coño, uno de sus dedos se perdió en mi ano, mientras su otra mano tiraba de mi coleta rubia.
    
    -Me encanta tu culo.
    
    Dijo mientras seguía penetrándome con su polla y su dedo a la vez. Sus embestidas eran cada vez más salvajes, más fuertes, aquella polla parecía ser incombustible. Sentí cómo la punta de su pija alcanzaba mi punto G; gemí, cerré mis puños agarrando las sábanas con todas mis fuerzas. Volví a estremecerme, volvió el escalofrío, mi cuerpo entero temblaba.
    
    -Sí, córrete, córrete conmigo.
    
    Esa frase de Pablo era lo único que me faltaba para alcanzar el éxtasis. Mis gemidos dejaron de ser discretos para convertirse en auténticos aullidos. Sus embestidas se unieron a sus gritos. Agarraba mi cintura con sus manos, clavando sus dedos. Me embestía hincando su miembro hasta lo más profundo de mí, así hasta que un último gemido ahogado y simultáneo acabó con su cuerpo cayendo sobre el mío, con su polla aún erecta dentro de mí.
    
    Ahora podía sentir los latidos de su pecho sobre mi espalda, mis piernas fueron destensando y sentí esa paz que se siente tras un buen polvo después de 40 días.
    
    Tras aquello, nos quedamos en la cama, olvidamos la cena y ambos dormimos como marmotas.
    
    Desde ese día, viene a mi casa una vez por semana para convertirse en mi cena. 
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