1. Los generales se van de putas


    Fecha: 20/04/2023, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... oscuridad:
    
    -¿Quién llama?
    
    -¡Espinosa!
    
    -Las muchachas no están, señor.
    
    -¡Qué no van a estar, Crisóstomo, es el general Juan Bautista Espinosa!
    
    -¡Ah!, ¡ese Espinosa! –y entreabriendo la puerta –pase usted, mi general.
    
    Tras cruzar un oscuro patio, entraron a una sala en la que se advertían varias meses bajo la tenue luz de los candiles. Haciendo caso omiso de la música de un violín y un violencello, Espinosa gritó:
    
    -¡Señoras, ya llegó la División del Norte!
    
    Tres o cuatro suripantas se acercaron gritando con real o fingido alborozo:
    
    -¡Juanito!
    
    -¡General!
    
    -¡Viva Villa!
    
    Y condujeron al sonriente Espinosa y al azorado García a una mesa central, donde se sentaron de inmediato una exuberante pelirroja que abrazó a Espinosa y una rubia cuyos evidentes más de treinta no opacaban su belleza. Espinosa le dijo a García que abrazara a “Michelle” y gozara la Francia. Pidió una botella de champaña. Al descorchar la segunda, exigió que del otro lado de García se sentara una chica morena, muy joven, de ondulante talle, a la que llamó Nicolasa, y mientras consumían la burbujeante espuma, la francesa y la mexicana besaban a Lorenzo, que iba comprendiendo a su antiguo compañero de armas. Acabada la botella, Juan ordenó:
    
    -¡Llévenselo, muchachas, trátenlo bien, corre de mi cuenta! –y las dos prostitutas, tomando de la mano a Lorenzo, lo condujeron hacia arriba de una amplia escalinata neoclásica.
    
    Una vez en una elegante alcoba, el general, conducido por ...
    ... Michelle, se sentó en un cómodo sillón de cuero cubierto de suaves pieles, descansó su nuca en el respaldo y cerró los ojos, siguiendo las suaves presiones de las manos de la puta francesa. Apenas hubo cerrado los ojos sintió en su cuello la frescura de un trapo húmedo, que despedía el olor de un perfume concentrado y enervante.
    
    El general sintió como era frotada delicadamente cada parte de su cuerpo: Michelle inició con la cara y el cuello y fue bajando lentamente, mientras Nicolasa subía desde la planta de los pies. Los frescos lienzos que quitaban el sudor reseco de varios días y distendían los músculos del general, que sentía como lo invadía lentamente una grata sensación de paz. Cuatro gentiles manos recorrían su cuerpo, sin dar un paso en falso, sin ningún movimiento brusco que rompiera el hechizo.
    
    Las manos que acariciaban su pierna limpiaron cuidadosamente su culo. Nadie nunca había puesto sus manos en el culo del general, pero esto era algo especial y siguió sentado, inmóvil, recibiendo el placer que le daban. Con una mano, Nicolasa acariciaba apenas sus peludas nalgas, jalando los vellitos, pellizcando suavemente la firme piel; con la otra, frotaba con el lienzo la entrepierna, hurgaba en la entrada del ano, limpiaba la suciedad, el sudor acumulado.
    
    Las otras dos manos, las de Michelle, bajaron por su estómago y, al mismo tiempo, casi, que las otras, llegaron a su miembro viril. Dos manos, el general ya no sabía cuales, acariciaban su verga mientras otras dos ...