Los generales se van de putas
Fecha: 20/04/2023,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sudorosa y agitada, mordió otra vez el cuello y hundió sus uñas en la espalda al recibir el semen en su interior.
Michelle se detuvo. Recargó todo su peso sobre las caderas de Lorenzo. Sin moverse apenas empezó a apretar, con los músculos del coño, la verga, que perdía rigidez. La dulce opresión sobre su verga lo enloqueció otra vez y lo llevó a responder. Cuando Michelle sintió que, gracias a los estudiados movimientos musculares, el general recuperó su vigor dentro de su cuerpo, se salió de golpe y se hizo a un lado. Entonces Lorenzo vio ante sí, en primer plano, la espléndida grupa morena de Nicolasa, que ofrecía sus redondas posaderas, su negro ano y su roja herida a la vista del general, meneando dulcemente el cuerpo, con la cabeza y el pecho recargados en un suave colchón de algodón, y el culo erguido, apoyada en sus rodillas.
El general, verga en ristre, se acercó a la joven Nicolasa y la montó, más cuando dirigía su instrumento al coño, lo detuvo Michelle, que se lo bañó con perfumado aceite y encaminó la cabeza al ano de su joven compañera. Gracias al aceite y a la disposición de Nicolasa, tres o cuatro embates bastaron para que el general la penetrara por el estrecho canal prohibido. Con su mano derecha estrujó con fuerza el morado pecho que colgaba bajo Nicolasa, y atacó con furia, entrando y saliendo con violencia creciente, mientras la prostituta gemía bajo su peso y movía su cadera en pequeños círculos.
Si no hubiera sido exprimido antes de la ...
... manera en que lo había sido, habría terminado de inmediato, pero el general gozaba sin fin, sin sentir la cercanía del orgasmo, gozando y sufriendo a cada embate. Atacaba de esa manera cuando sintió a Michelle subirse a su espalda y acariciarla con sus pechos, sus muslos. La sintió ¡otra vez!, morder su cuello, soplar su nuca y conforme más sentía a Michelle, con más fuerza penetraba a la Nicolasa, que gemía a cada embate. Por fin llegó, por segunda vez, su semen y esa muerte chiquita que trae consigo la culminación del placer sexual. No fue una inundación como las anteriores, pero algo dejó en Nicolasa, que se desplomó. Michelle le hizo algunas caricias más mientras su verga se ponía flácida y, de pronto, se puso de pie y marchó hacia el rincón donde habían quedado sus ropas.
El general creyó que la noche había acabado, que sólo restaba dormir para reponer en parte las energías gastadas, cuando Nicolasa volvió a acariciar su cuerpo, dándole un cuidadoso masaje que hizo regresar a sus músculos la placidez del principio. Las educadas manos de la prostituta combinaban el relajamiento con el placer y, sorpresivamente para él mismo, Lorenzo sintió cómo su verga empezaba a crecer, otra vez y, aunque aún no estaba tan firme como debiera, Lorenzo fue cabalgado por Nicolasa. Esta vez no hubo violencia ni prisa, solo placer pausado y paz. Trabajado con sabiduría por la joven puta, el general se fue perdiendo, hundiéndose en la inconsciencia, en la delicia de poseer a una mujer así.