1. Una mamada deliciosa


    Fecha: 27/04/2023, Categorías: Sexo oral Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    En esa época fueron varios los chicos que conocieron de mis habilidades manuales, pero aún así seguía conservando mi virginidad, a pesar que varias veces estuvo en serio riesgo de perderse, debido a las frecuentas e intensas incursiones de los dedos de algunos atrevidos pololitos, que me tuvieron a punto de ceder ante las increíbles sensaciones que me hacían sentir.
    
    Pero sin ninguna duda la vez que estuve más cerca de terminar con mi estado virginal, sucedió cuando me enrede con un chico bastante mayor que yo, tenia por lo menos 22 años. Sucedió en una de las muchas fiestas a las que asistía en esa época, toda la noche había estado coqueteando con Guillermo. El no era nada muy especial, pero el hecho de verlo todo un hombre, me hacia sentir mucho más mujer y me provocaba un estado me calentura especial.
    
    El me había ofrecido llevarme a la casa en su auto, con la condición de que me quedara un rato más ya que mis amigas con los que había ido a la fiesta, me insistían en que nos fuéramos porque se hacia tarde. Estaba tan entusiasmada que llamé a mi casa y les rogué a mis padres que me dieran un poco más de permiso, finalmente no se como mi papa me dio el permiso. Continuamos bailando, hasta que un momento dado, comenzamos a darnos un suave agarré, con muchos besitos y algunas tocaditas, pero nada más ya que había muchas compañeras de mi curso presentes.
    
    Estuvimos atracando y bailando, hasta que cuando me di cuenta de la hora y le pedí a Pablo que me fuera a dejar a ...
    ... mi casa. En el camino a casa, él de pronto detuvo el auto en un lugar oscuro y comenzó a hostigarme para que siguiéramos atracando. La verdad es que yo también estaba bastante caliente y el tipo me gustaba mucho, así que acepté, con la condición de que estuviésemos solos un momento.
    
    Mientras nos besábamos, en un momento su mano me rozo casualmente uno de mis senos, se me escapo un gemido y nos quedamos mirando a los ojos. Sin decir ni una palabra, él puso una mano sobre mis pechos muy suavemente, al sentirla sobre mi cuerpo me estremecí con su contacto, cosa que él percibió. Su mirada y su mano no se apartaban de mis senos, cuyos pezones se alzaban notoriamente bajo mi camiseta, tanto por el nerviosismo de la situación, como por el excitante ambiente que se produjo.
    
    Después de algunos manoseos y agarrones bastante calentones, él comenzó a correrme mano decididamente, sentía sus inquietas manos como brasas ardientes, que recorrían mi piel. Al comienzo me sentía protegida y segura entre sus brazos, pero de pronto la mano que estaba sobre mis hombros, se fue corriendo hasta posarse sobre mis nalgas, me siguió abrazando y una de sus manos se introdujo por debajo entre mis muslos intentando alcanzar mi vulva.
    
    Yo también deseaba tocarlo ahí, entre las piernas, pero aún no me animaba. Mientras sus dedos rozaban levemente mi conchita por encima del calzón, noté que su respiración se agitaba, mientras me pedía de manera insistente que lo dejara tocar mi vulva. En ese momento ...
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