Purificación. El despecho de una joven adultera
Fecha: 09/05/2023,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... solo eso también ve las grandes tetas, que suben y bajan debido a lo bien que baila su dueña. La sonrisa de Purificación no se hace esperar, sabe que ese hombre la desea con todo su ser, y ella ya no puede ni quiere negarlo. Ella también lo desea. Por momentos su hermoso cabello dorado le impide la visión, a lo que muy sensualmente se lo retira de sus ojos. Nuevamente la rubia se acerca, coloca una de sus espectaculares piernas al lado de Fernando quien no puede creer lo que está pasando. Sin perder su coqueta sonrisa ni el ritmo de la música, toma el cierre de su bota y lo desliza hacia abajo...El madurito toma su mano y le dice… – No te las quites… te ves muy sexi así… en un ratito te las quitaré yo mismo…
La rubia sonríe y vuelve a subir el cierre, si al seductor le gustan y quiere ser él quien se las quite en un rato, por ella no hay problema. Entonces vuelve a separarse de él y continúa bailando, dándole la espalda tocándose sensualmente. – ¡¡Mucha ropa…! ¡¡Mucha ropa…!! Gritaba el madurito sin dejar de masajear su verga por sobre la tela. La casada sabe que el madurito tiene razón, ha llegado el momento de despojarse de su vestido, ese vestido que compró especialmente para tener una cena romántica con su marido. Comienza a sacárselo, eso sí muy despacio para que el macho se caliente más, y claro que lo logró. Fernando al notar que el vestido ya había pasado de la cintura para arriba estiró sus dos manos encajándole el arrugado billete de 20 € contra el elástico de ...
... su diminuta ropa interior y sus suaves carnes de la cadera.
Purificación a sabiendas que de alguna forma y con juego y todo el seductor vividor follador, ya le había pagado lo pactado por aquel erótico baile estuvo a punto de quitarse el vestido, sin embargo cuando ya lo llevaba a la altura de sus pechos la música dejo de sonar. Lo siento machote… pero ya te dije que sin música yo no bailo…. Para posteriormente regresar su vestido a su posición y acercarse un poco al hombre, el billete se mantenía atrapado en su baja ropa interior. El aguante de Fernando había llegado al límite, la cogió de la mano y forzándola la acercó ubicándola frente a él. Poniendo más fuerza, la obligó a que se sentara en sus piernas, quedando ella encima de él con sus piernas abiertas sintiendo el cipote erguido del hombre en su vientre plano, su vestido en forma automática se le subió a la altura de su cintura, ambos estaban con sus rostros a escasos centímetros.
– Muy bien preciosa… Si no quieres bailar ¿Qué quieres hacer? Las manos se habían metido por debajo de la tela del vestido y jugaban con la espalda de la chica, le encantaba la curva que ahí existía cuando las pasaba por sus caderas y bajaban a su trasero.
– No se… Me dijiste que veníamos a hablar…, fingiendo ingenuidad, intentando que ahora fuera él quien tomara la iniciativa. Y así lo hizo, cuando tomándola con una mano, la besó larga y duramente.
Purificación sentía la mojada y cálida lengua del hombre que buscaba los lugares ...