1. Espectro sexual


    Fecha: 15/05/2023, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, asintió para señalarle que sí. Satisfecho, el chico sonrió y entró.
    
    Almudena se quedó atrás un momento, tratando de calmarse, pero sabía que no podía. Cerró los ojos y, autoconvenciéndose con la mayor voluntad posible, se metió en la casa.
    
    Exploración
    
    No se veía nada en un palmo. Pese a tener las linternas, costaba guiarse bien. Almudena estaba paralizada. De vez en cuando, miraba hacia la puerta, la cual seguía abierta. El deseo de echar a correr crecía por momentos. Diego, por el contrario, parecía estar muy emocionado.
    
    —Bien, vamos allá—comentó mientras activaba la cámara.
    
    Ella se limitó a asentir y le sonrió de forma penosa cuando la miró.
    
    Con sus linternas, se empezaron a guiar por la estancia en la que se hallaban. Se trataba del hall de bienvenida, una amplia habitación donde seguramente los Araujo recibirían a sus visitas. En el pasado, debió de verse muy bonita, pero ahora, estaba derruida y llena de polvo.
    
    Explorando cada parte del lugar, Almudena se fijó en lo antigua que era esta casa. Por lo que recordaba de lo que le contó su tío, fue construida a mediados del siglo XIX y quedó abandonada en los años 30 del siglo XX tras el horrible crimen. El aspecto actual daba buena cuenta de ello. Las paredes estaban desconchadas y, en un lado, se hallaba una desgastada mesa. Varias partes astilladas de sillas la rodeaban. Del centro, subían unas escaleras cuyas barandas hacía mucho que se le habían caído. ...
    ... Del techo, colgaba una ya oxidada lámpara de araña. Lo observó todo impresionada hasta que oyeron un ruido.
    
    —¡Hostias! —espetó Diego.
    
    Almudena se dio la vuelta y apuntó con la linterna al lugar del que procedía el misterioso sonido.
    
    —Tú también lo has oído, ¿verdad? —preguntó lleno de emoción su amigo.
    
    La chica temblaba muy nerviosa. El haz de luz de la linterna se movía errática ya que no podía mantener el pulso de su cuerpo.
    
    —Se…se habrá caído…algo sin más —trató de decir, pero los nervios se lo dificultaban.
    
    —O alguien lo habrá tirado.
    
    El comentario de Diego no podría sonar más inoportuno.
    
    De repente, vio como el chico se dirigía hacia la habitación. Por un momento, deseó decirle que se detuviera y se largasen de allí, pero no tenía el valor suficiente para hacerlo. Cuando vio que la dejaba atrás, se apresuró en seguirlo. No quería quedarse sola en esa casa.
    
    Entraron en la cocina. Era una habitación alargada en cuyo centro había una gran mesa. La base era de madera y se notaba ya ennegrecida por el moho que había crecido en su interior. Las patas eran de metal y, gracias al oxido que las corroía, ahora tenían un color anaranjado. Un par de sillas la rodeaban. Delante, bajo un enorme ventanal del que colgaba una raída cortina, se veía una enorme encimera con fregadero repleta de varias ollas y cacerolas, junto con algunos platos. Vieron una tirada en el suelo.
    
    —Habrá sido el viento —habló convencida Almudena, tratando de dar la explicación más ...
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