Espectro sexual
Fecha: 15/05/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... de una casa encantada y no podría estar más cagada de miedo.
La mujer de blanco
Diego se encontraba muy excitado. Tanto, que hasta creyó que se le estaba poniendo dura la polla.
Nada más escuchar los pasos, salió corriendo en dirección al piso de arriba, ansioso por ver que se encontraba o a quien. Ni siquiera prestó atención a Almudena, quien no cesaba de poner pegas a cada una de sus ideas. Estaba resultando más un fastidio que otra cosa. Encima, ni se dejaba meter mano, con lo buena que estaba.
Subió las escaleras deprisa y fue por la izquierda, donde creía que se hallaría la fuente del misterioso ruido. Mientras corría, notaba como la cámara GoPro se tambaleaba de lado a lado colgando en su frente. Esperaba que no se le cayese, porque como se rompiera, su hermano mayor le partiría la cabeza. Recorrió un angosto pasillo, aunque se detuvo a mitad de camino, pues no tenía ni idea de hacia dónde iba.
Respirando un poco abotargado y notando como el incipiente sudor recorría su cara, miró a un lado y a otro, sin saber hacia dónde ir. Fue entonces, cuando lo vio. Una de las puertas se abrió sin más. Se quedó petrificado. Acababa de presenciar un fenómeno paranormal. La emoción y el miedo le embargaban.
Se colocó bien la cámara para comprobar que seguía en su sitio y que grabara todo lo que ocurriese. El material que estaba reuniendo era prometedor y si continuaba la exploración era posible que captara más cosas. Quizás, objetos moviéndose o tal vez una luz ...
... que se encendiera. Incluso, imaginaba la posibilidad de pillar alguna silueta o espectro. Cuando subiera la grabación a Youtube, la gente iba a alucinar. Caminó con decisión y entró en la habitación.
Estaba en lo que parecía ser un antiguo comedor. Había dos sillones rodeando a una pequeña mesa de madera a la que le faltaba una pata. Al fondo, había una enorme estantería repleta de libros mohosos. Algunos estaban tirados por el suelo y abiertos, mostrando sus desgastadas páginas. En el otro lado, había una chimenea, aunque sin fuego. Observó la estancia en silencio y caminó por donde estaban los sillones y la mesa, rodeándolos. Todo se veía tan viejo y desolado. De repente, escuchó unos pasos.
Inquieto, se volvió, pero no vio nada. Allí no había nadie, solo él. Pensó en Almudena, aunque no podía ser ella. Había salido tan rápido que enseguida ya la dejó atrás y lo más seguro era que todavía estuviera abajo. Entonces, miró hacia el suelo y se quedó de piedra.
Había una serie de huellas de pies desnudos dibujados gracias al polvo que cubría el lugar. Cuando él había entrado, no había ni un solo rastro de pisadas, y ahora, aparecían sin más. Una leve brisa sopló detrás del muchacho, helándole la sangre.
Se volvió asustado. Esta situación comenzaba a gustarle poco. Toda la euforia creada al vivir una excitante aventura se estaba comenzando a desvanecer, dejando paso a un terror primitivo e irracional. Apuntó con su linterna a todas partes, buscando averiguar quién más ...