El regalo: Un antes y un después (Cuarta parte)
Fecha: 10/06/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... daba crédito a lo que escuchaba. Y menos al ver como Almudena, muy cercana a la cabeza inquieta de Paola, subía una de sus piernas en un taburete cercano, tomando el borde de su vestido para levantarlo y llevarlo a su cadera, ofreciéndole con total seguridad, la vista de aquella vulva de morenos y gordos labios, con la íntima argolla atravesando su clítoris y a mí, un amplio campo de visión. Media nalga, doblada y bronceada pierna, un tobillo decorado por aquellas sandalias, cubriendo un pie de uñas bien pintadas. Muy cerca. ¡Demasiado!
—Ese deleite al final, cuando paramos de disfrutar o de tolerar y al que nunca queremos dejar emerger. ¡Venceré tus miedos Rocky! Si tú quieres y deseas, juntos alcanzaremos la libertad añorada, descubrirás placeres sin demarcaciones ni confines, porque en el dolor, también hallarás la cúspide de un clímax que después no querrás abandonar. —Y entonces se encendió la flama de un zippo de plata, dando calor y vida a un rubio cigarrillo. Aspiró con la hermosa firmeza de sus labios, dibujando en sus mejillas una leve oquedad, para luego expulsarlo muy lentamente. Despacio liberó el humo en azuladas ondas flotantes. Muchas mujeres he visto fumar en mi vida, tan pocas contadas con los dedos de mi mano, sabían hacerlo de manera íntima, tan espectacular. Erótica imagen de pura elegancia y sensualidad.
Me llevé la copa a la boca y bebí, un trago profundo, no lo saboree como es debido. Me urgía calmar mi sed física, pues la mental ya estaba ...
... siendo colmada con aquella información. Almudena se agachó ágilmente para observar el rostro de aquella entregada rubia. Le acarició la cara, acomodó un poco aquella bola roja y luego su mano la pasó por la cabeza de Paola, tomando entre sus dedos, su larga cabellera, levantándola con fuerza, provocando otro espasmo en mi hermosa compañera de trabajo. Le acercó su vulva al rostro, su cigarrillo pendiendo de su boca y con la mano libre, abrió deliberadamente los pliegues de su vagina para restregarla contra las delicadas facciones de aquella Barranquillera, antes tan desatada y ahora tan sumisa.
—¡Acércate Rocky! —Exclamó de repente Almudena–. —Comprueba tú mismo si en este inocente rostro, ves tú el pecado o la virtud del placer alcanzado. —Y me acerqué a ellas con mi copa de Brandy casi vacía.
—Ven Rocky, dame tu mano. —Y se la entregué sin rechistar, alucinado por aquel sórdido ambiente de parcializada claridad y fragancia a flujo de mujer, de artificial sexo consentido, al igual que los volátiles aromas que se desprendían de su copa, de la mía y aquel olor a tabaco de su cigarrillo.
Tibia la temperatura de su mano, firme el sonido de su mandato.
—Arrodíllate aquí y obsérvala. —Y me arrodillé.
Almudena mantenía la cabellera rubia de Paola, firmemente enredada entre los dedos su mano cerrada, obligando a la Barranquillera, a mantener su cuello en alto, dificultando en algo su estremecida respiración. Excitada movía sus caderas, elevándolas, desplazándolas hacia ...