La camarera
Fecha: 18/06/2023,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos
El matrimonio sentado en el sofá de cuero negro, uno a cada lado, dejaban el espacio central para su invitada. Geno se sentía observada por la pareja. Aun así, se movía con soltura en aquella casa que le era desconocida. Le había tomado la palabra a Mario y se había servido una copa mientras hacía un repaso a la magnífica discoteca de vinilos del matrimonio.
Con toda la sensualidad que desprendía, Geno se agachó para alcanzar los discos de la balda inferior. Su mini vestido, de punto gris ajustadísimo, se ciñó más a su cuerpo definiendo unas nalgas impresionantes que arrancaron los suspiros de sus anfitriones. Geno giró la cabeza, les miró levantando una ceja y mordiéndose el labio inferior. En su cara, de tez morena, destacaban sus ojos rasgados y marrones, sus carnosos labios y su hoyuelo en la barbilla. Su melena castaña, recogida en un moño estratégicamente desordenado, dejaba a la vista un provocativo lunar en la parte alta de su cuello, casi en su nuca:
-Os apetece música. -Por fin rompió el silencio mientras mostraba la funda del vinilo de Alannah Myles.
-Magnífica elección. -Sugirió Tere que la observaba con lascivia desde su lado del sofá. Se había descalzado y recogía sus piernas sobre el asiento sin preocuparse que su minifalda vaquera apenas cubría ni un tercio de sus extremidades mientras removía con paciente cadencia un Jack Daniels con hielo en un vaso ancho.
A su lado, su marido, Mario, se acomodó desabrochando su cinturón para acceder mejor al ...
... interior de su pantalón vaquero.
Mientras sonaba Black Velvet, Geno comenzó a contonearse al contraluz, frente al ventanal de aquella estancia íntimamente iluminada con una lámpara de pie desde una esquina. La invitada se movía de manera sensual, como un gogó, mientras su vestido mostraba cada curva de su perfecta anatomía de manera sutil.
Apuró su copa de un sorbo, provocando que las últimas gotas de su bebida se derramasen por su barbilla, descendiendo por el cuello, hasta su maravilloso escote y perdiéndose debajo de aquel vestido que comenzaba a sobrar.
Geno, con los ojos cerrados, siguió moviéndose al son de la música, acercándose a sus anfitriones hasta lograr sentarse entre ellos…
Apenas cinco horas antes se encontraba tras la barra del bar donde trabajaba poniendo copas. Al principio no le sorprendió que aquella pareja se sentase en la barra para beber. Después de dos rondas y una vuelta por la pista de baile comenzaron a entablar una pequeña conversación.
En el intercambio de información supo que eran veraneantes con ganas de marcha, pero desconocían la zona de noche, hacía tiempo que no la frecuentaban pese a ser asiduos a aquella población. Desde el principio hubo química y le propusieron que les hiciera de guía en aquella ciudad. Geno, acostumbrada a vivir todo tipo de situaciones raras por tipos aún raros, se dejó llevar. La pareja, pese estar bien entrados en la treintena estaban bastante bien sin ser espectaculares.
El tipo, Mario, era un pelín ...