1. El placer de la reina


    Fecha: 22/06/2023, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi padre murió en batalla, y mi abuelo en la cama por una fiebre. Así que cuando tocó elegir heredera, mi hermano enfermizo no podía heredar así que el pequeño reino de mi familia paterna fue para mí. Mi madre regentó durante mis primeros años, haciendo de madre y reina hasta que fuera mayor.
    
    Yo estaba en mi habitación, sin nada debajo de mis piernas y masturbándome. Pensando en el comandante de la guardia real de mi madre. Con una mano me masturbaba y con la otra acariciaba mi pecho. Así estuve hasta que llegué al orgasmo. En ese momento de placer llegó mi madre, que abrió la puerta y me pilló entera. Me tapé como buenamente pude, y me puse colorada de la vergüenza. Sin embargo mi madre no dijo nada.
    
    –No te avergüences, eso es algo natural. ¿En quién pensabas?–dijo mi madre que se sentó al borde de mi cama con absoluta confianza
    
    –En el comandante de tu guardia.
    
    –Es apuesto, ¿verdad?
    
    –Si–reconocí cabizbaja
    
    –Vamos, tenemos una reunión con mercaderes, quiero que veas negociar a tus consejeros. En seis meses te dejaré el reino, y quiero asegurarme de que te he criado bien.
    
    Avergonzada tras haber sido vista, me vestí sola. Mucha gente podría haber tomado su posición, pero en su lugar ella aceptó la regencia. Por mí, y por una traición del abuelo que le afectó muchísimo. Aún hoy día, dos décadas después sigue sin decirme que fue aquella traición. Una vez vestida acorde con mi posición bajé y me reuní con mi madre y los mercaderes. A pesar de que me aburría me ...
    ... esforcé en prestar atención. Sin embargo mi atención se vio desviada hacia un soldado de la guardia, no era de Hizunia. Era un elfo oscuro, pero formaba parte de la guardia real. Él también dirigió su mirada hacia mi, el comandante me parecía apuesto, pero el elfo oscuro me hipnotizó nada más verlo. Su comandante le llamó la atención y lo mismo hizo mi madre. Entiendo que ella quería enseñarme a reinar, pero a mi edad solo pensaba en una cosa. La negociación llegó a buen puerto, y los mercaderes se despñidieron de nosotros. Sin embargo mi atención seguía en el chico.
    
    –¡Zendar!–el elfo oscuro corrió hacia mi madre y la saludó–Esta es mi hija, Daya. Veo que os mirabais mutuamente, te doy permiso para estar con ella. Necesita a un amigo joven, como ella.
    
    –Si, señora regente.
    
    Los dos salimos de la habitación. Miré al elfo de piel oscura y me sonrojé nada más verlo. Era muy guapo, me gustaba.
    
    –¿Que haces con mi madre?
    
    –Yo...yo…es una larga historia, majestad. Me reclutó y entrenó y me trajo consigo.
    
    –Llamame Daya, por favor.
    
    –Como desees.
    
    –Quiero que me entrenes, Zendar. Mi madre ya lo hace, pero quiero hacerlo contigo, el entrenamiento por supuesto.
    
    Se hizo un silencio muy incómodo, a los dos nos costaba hablar.
    
    –No estoy acostumbrado a tratar con...bueno...ya sabes…
    
    –Si…a mi también me pasa, me pongo nerviosa.
    
    –Será mejor que lleguemos ya al patio, y nos pongamos a luchar. Pero no puedes luchar con ese vestido.
    
    –Esperame en el patio, ya iré ...
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