1. El placer de la reina


    Fecha: 22/06/2023, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... luego.
    
    Me dirigí a mi habitación, y me quité el vestido. Me vestí con algo para luchar, y me recogí el pelo. Cogí la espada que me regaló mi madre, y fui al patio. Allí me esperaba Zendar. Agarré la espada con las dos manos y lo ataqué.
    
    –Las hizunas sois muy raras–dijo mientras esquivaba mis ataques.
    
    –¿En qué sentido?
    
    –Había una soldado en el ejército, le gustaba pero no se atrevía a acercarse a mi.–me lanzó una estocada– Su forma de hacer contacto conmigo fue desafiarme a un duelo amistoso. Me ganó pero se ve que el duelo fue lo suficientemente bueno, pues se lanzó a mis brazos y poco después estábamos desnudos y abrazados.–le lancé una estocada que detuvo con su hoja–Y la rutina se repetía cada día. Lo hacíamos de mil posiciones distintas. Algunas veces era sexo oral, mutuo, o aveces teníamos sexo salvaje.
    
    –¿Qué fue de ella?–me detuve
    
    –Planeabamos casarnos, pero en una batalla una flecha acabó con su vida.
    
    –Vaya...lo siento.
    
    –No pasa nada.
    
    –Luchar es excitante, algunas personas fornican tras una buena lucha y otras se toman toda la cerveza que pueden y no parar hasta quedar inconscientes.
    
    –Hagamos una cosa–guardó su arma y yo hice lo mismo–Tengamos un duelo.
    
    –¿Y si pierdo que? ¿Te hago una mamada?
    
    –Sí, y además tendrás que usar también tus pechos. Si pierdo seré tu esclavo por un día, y no apartaré la cabeza de tu coño
    
    Lo cierto es que todavía era virgen, y lo único sexual que había tenido fue la masturbación y veo a mi madre en ...
    ... muchas ocasiones follando. Además de que por su boca pasan pollas y vaginas. Mi madre Tinuviel cuando se trata de sexo, disfruta muchísimo.
    
    Me pensé muy bien su propuesta, no perdía nada la verdad como mucho podía acabar humillada pero también podía disfrutar carnalmente. Desenvainamos nuestras espadas y nos enzarzamos en un combate serio. Zendar mostraba su destreza marcial, era buen combatiente pero yo también lo era. Lo arrinconé en una de las esquinas del patio, atacando sin piedad. Me dió una patada en la rodilla, y me sujetó desde la espalda. Entonces aprovechó para inmovilizarme contra la pared.
    
    –Ríndete, has perdido.
    
    –De acuerdo, de acuerdo pero suéltame
    
    Zendar dejó de inmovilizarme y lejos de aceptar la derrota, le solté un puñetazo y continúe con la batalla. Se hacían notables las clases de mi madre. Sin embargo Zendar era mejor que yo, y más veterano. Al final ocurrió lo que tenía que pasar, me desarmó y me amenazó con el arma. Además en el transcurso de la batalla me hizo un corte en la mejilla.
    
    –Has luchado bien, Daya, te has defendido.
    
    –Gracias, ahora supongo que me toca…
    
    –Es lo que acordamos, ¿no?
    
    Le llevé de la mano a mi alcoba. Una vez allí cerré la puerta con llave. Agaché la cabeza con vergüenza, y me quité el vestido. Me quité la venda que tenía tapando mis pechos, y quedaron liberados.
    
    –No son pequeños.
    
    Zendar se acercó a mí y manoseó a gusto mis pechos, yo me deje tocar. Yo soy una mujer de palabra. El se quitó la armadura, y se ...
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