El fotógrafo y la señorita R
Fecha: 29/06/2023,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Legasex, Fuente: CuentoRelatos
Tras la cena en un restaurante, nos fuimos a la habitación del hotel, la señorita R me dijo que necesitaba darse una ducha y que luego se pondría algo más sugerente, yo encantado.
Mientras ella se duchaba yo fui preparando la habitación dándole un toque más sensual, unas velas, unas sedas... Cuando la vi salir con el albornoz, mojada aún y con el cabello sin peinar algo se despertó entre mis piernas, y eso sólo era el principio.
Ella había aceptado una sesión fotográfica en la que yo captaría con mi cámara toda su belleza. Y desde el minuto uno me tenía cautivado. No era sólo por su estupendo cuerpo, su voz, su mirada y sus gestos me hechizaban poco a poco. A eso se unía el morbo de que iba a posar para mí toda esa noche, sin más pretensiones, pero sólo contemplarla merecía la pena.
En la habitación había un biombo que ella utilizó para cambiarse. Aunque yo quería mirar hacia otro lado no podía dejar de observar su silueta y de imaginar su cuerpo desnudo, suave y con ese aroma delicioso tras la ducha. Había elegido un conjunto de lencería negro muy morboso, y para complementarlo una máscara con rasgos felinos y un collar en el cuello. Eso hacía que resultase aún más cautivadora. Y la sonrisa que me regaló cuando noto mi cara de asombro me hizo ruborizar como si fuera un niño pequeño encogido mientras contempla algo prohibido.
Se colocó frente a mí, sentada en la cama, con las piernas cruzadas y apoyada en sus brazos, me miró y me dijo:
-"¿qué tal, si ...
... empezamos?"
Eso me hizo reaccionar, porque estaba en un estado de alucinación, y darme cuenta de que estaba cumpliendo una fantasía antigua gracias a ella. Tomar fotos eróticas y sugerentes de una mujer dispuesta a ello. En la siguiente pose ella descruzó las piernas y eso hizo que su sexo se marcara bajo la ropa interior. Rápidamente colocó sus manos cruzadas tapándolo, provocando a la cámara, aunque en realidad al que provocaba era a mí. Ahora podía ver sus pechos juntos, apretados bajo el sujetador oscuro y sus pezones tentadores y marcados. Mi miembro se endureció al instante.
La señorita R se percató, lo notó y se colocó como una gata sobre la cama, sobre sus cuatro extremidades, dispuesta a dar caza a su pobre presa. Su mirada era ahora aún más embrujadora que antes y sus pezones ya no se adivinaban, podía verse asomar claramente. Una imagen preciosa, su pelo largo, suelto y brillante, sus ojos desafiantes y su estupendo cuerpo, a sólo un metro de mí. ¡¡Qué ganas de probarla!!
Tumbada en la cama, con las manos sujetando su barbilla, jugaba con sus piernas y sus pies mientras tarareaba una dulce melodía. Con un gesto me pidió que le acercara su bolso, del cual sacó un juguetito que llevaba guardado y yo no sabía nada: un consolador. Está claro que quería picarme y ponerme muy excitado. Empezó a pasarle la lengua, como si fuera un caramelo, sin dejar de mirarme empezó a chuparlo, metiéndolo en su boca, dejando caer saliva y a sonreír. Bajo mis pantalones mi sexo ardía en ...