Hoy es viernes...
Fecha: 03/07/2023,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos
... dónde se fue? Pregunté. Sabe, dijo, creo que ella, su esposo y Jason tenían planes. ¿Cómo así? Repliqué. No entiendo. ¿Acaso tú no venías con ellos? Bueno, sí, contestó. El caso es que Jason me dijo que tenía una cita y me pidió que lo acompañara. Y eso hice. Entiendo dije. Y, entonces, ¿cómo resultaste aquí, con nosotros? Ella me dijo que habían acordado encontrarse con Jason y que lamentaba que yo no los pudiese acompañar, pero que quizá yo pudiera servirles de guía a ustedes y no perder la venida. Entiendo, dije.
Bien, ¿qué propones, entonces? Hay un hotel, el Sol Caribe, que tiene una discoteca de mucho ambiente. A la gente le gusta mucho y es muy concurrida. Después hay otros sitos, digamos, más reservados, pero igual, el ambiente se lo hace cada quien, ¿no les parece? Pues, sí, dije. Entonces, adelante, guíanos. No es muy lejos de aquí, podemos ir caminando. Y, dicho y hecho, Christian tomó la delantera y empezó a caminar hacia el mencionado lugar. De casualidad, nuestros amigos y Jason también estarán ahí. No lo creo, dijo, ellos, al parecer, tenían otros planes. Bueno, y, aparte de ir a discotecas, ¿qué otro plan hay para hacer? Imagínese, nos contestó, mientras se sonreía.
Llegamos al mencionado hotel y subimos a su discoteca. Y, ciertamente, el lugar resultaba cautivante de entrada. El ambiente estaba dispuesto con luces tipo “strober” que iluminaban de manera tenue el lugar, así que las parejas, al son del baile, podían hacer de las suyas si quisieran. Y era ...
... apenas normal imaginarlo porque, estando en un clima tropical, las mujeres casi que andaban desnudas y no era difícil para los hombres acceder a ellas y procurarse sus favores sexuales. Y, para un mirón como yo, aquello, de entrada, me gustó…
Christian no perdió el tiempo y, después de traernos unas bebidas, invitó a mi esposa, muy educadamente, a bailar. Y ella, ni corta ni perezosa, aceptó. Al alejarse, muy animada, al parecer encantada de la situación y tomada de su mano, me dijo, hoy es viernes. Y no fue sino ver cómo aquel la estrechó con su cuerpo al bailar para darme cuenta de que aquello iría más allá de eso. Estábamos en su territorio y vaya a saber cómo terminarían las cosas aquella noche.
Pasaron varias tandas en que ella y Christian parecían disfrutar de lo lindo, prácticamente haciendo el amor ahí mismo, en la pista de baile. El, seguramente, estaba disfrutando la oportunidad que se le presentaba y gozaba el cuerpo de mi mujer a sus anchas. Solo faltaba que la desnudara totalmente. Y Laura, indiferente a las conductas socialmente aceptadas, no rechazaba para nada las caricias que aquel hombre, aprovechándose de la situación y del lugar, le prodigaba. Eso sí, cuando se disponían a volver a la mesa, ella procuraba darse una vuelta por el baño, de modo que llegaba a mi encuentro totalmente arreglada y presentable.
Bailé con ella varias veces, dándole un respiro a nuestro entusiasmado guía, pero no mencionó nada que me hiciera intuir que ella estaba deseando ...