1. La bailarina


    Fecha: 22/07/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... me bajé los pantalones e introduje de golpe mi pene en su vagina. Ella soltó un pequeño grito, pero no dijo más. Puede que aquella no fuese la actitud propia de un amo, pero me apetecía follármela, que diablos. Y a fe mía que lo hice, en todos y cada uno de sus agujeros. La bailarina nunca protestó, sabedora de su condición de instrumento para mi placer. No protestó ni tan siquiera cuando puse la punta de mi pene en la entrada de su culo y empujé con fuerza clavándosela hasta el fondo. En realidad, aguantó todo, ese día y los siguientes, armada de una férrea voluntad de servir en silencio. Dispuesta a todo. Nada de lo que le hiciese parecía incomodarla.
    
    En la novena noche, decidí que esa noche no iba a dominaría. Simplemente le ordené que se sentase a mi lado en el sofá y le pregunté sobre los motivos por los que había decidido entregarse a alguien como yo.
    
    No contestó, simplemente se agacho sobre mi pene y se lo metió en la boca comenzando a chupar hasta que me corrí. Ella tragó hasta la última gota, después se limpió la comisura de los labios y continuó arrodillada.
    
    Entonces lo entendí todo. La sumisa me pertenecía, la bailarina nunca me pertenecería.
    
    -Solo quieres ser dominada por mí, nada ...
    ... más. ¿Es eso? -pregunté.
    
    -Deberías haberte dado cuenta mucho antes.
    
    -Imaginé que me admirabas como escritor, pensaba que había algún otro tipo de atracción más allá del BDSM.
    
    -Nunca dije que te admirase. Me gustó un pasaje que leí en una de tus novelas sobre la dominación e imaginé que solamente alguien que hubiese vivido algo así podría haber escrito algo así. Imaginé también que, como escritor, tienes la imaginación suficiente para hacer de las sesiones algo diferente y original. Pero solo me interesa el amo que hay en ti. He pasado antes por esto, todos se enamoran de mí, la dulce bailarina. Pero la dulce bailarina no quiere enamorarse de nada que no sea el baile. La dulce bailarina solo quiere ser una perra servil. Por eso solo necesito que me domines, nada más.
    
    Ella tenía razón: me había enamorado de aquel delicioso y delicado animal que era la bailarina. ¿Y ahora qué?
    
    Aquella fue la última vez que la vi en mi vida. Bueno, no exactamente. En realidad, fue la última vez que hablé con ella, aunque he de confesar que alguna que otra vez he ido a ver uno de sus espectáculos. Escondido bajo unas gafas y una barba falsa.
    
    Y cada vez que la veo bailar, me doy cuenta que sigo enamorado de ella. 
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