1. Mi primera aventura


    Fecha: 28/07/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Me llamo Paula Margarita y soy natural de Cartagena, Colombia. Sin embargo, hace ya bastante tiempo que emigré a España en busca de trabajo y en la actualidad resido en las Islas Baleares. Les voy a contar algo importante que me sucedió el verano pasado en una playa de Ibiza, algo que, a la postre, cambiaría mi vida.
    
    Aquel día, mi marido y yo fuimos, como tantas otras veces, a tomar el sol a la playa nudista d’es Cavallet. Solíamos ir después de echar un rato la siesta, para luego permanecer allí hasta última hora, las ocho, más o menos.
    
    Buscamos un rincón que no estuviera muy concurrido y allí extendimos nuestras toallas. Mi marido, que es español, colocó metódicamente la sombrilla para guarecerse durante las horas de más calor. Irónicamente, yo, que soy por naturaleza de piel morena, me tumbé al sol.
    
    Alfonso, mi marido, se echó boca abajo. Yo, sin embargo, me quedé boca arriba apoyada sobre los codos. Quería contemplar el mar y la gente que paseaba por la orilla, cuando entonces llegó aquel chico y se puso justo enfrente de nosotros. No estaba al lado, aunque sí bastante cerca. La cosa es que me extrañó dada la cantidad de sitio disponible, si bien en un principio no le di mayor importancia.
    
    La verdad es que, sin ser una belleza de muchacho, yo lo encontré bien parecido. Era moreno, bastante alto y fornido. De modo que, cuando comenzó a desvestirse, no perdí detalle. Primero se quitó la camiseta, luego las bermudas y, claro, a mí me picó la curiosidad de saber ...
    ... si además estaría bien dotado. Cuando por fin se desprendió del bóxer me llevé una grata sorpresa. No estaba nada mal.
    
    El chico se tumbó boca abajo en su toalla como si fuese a dormir la siesta a pleno sol.
    
    Mientras mi marido dormitaba, yo permanecí boca arriba divisando la orilla y revisando de vez en cuando el cuerpo del muchacho. Tanto me embelesé una de esas veces que él levantó la cabeza y me pilló mirándole. ¡Qué vergüenza! Sentí como me ruborizaba, sabía que él se había dado cuenta y entonces, él me sonrió. Me quedé tan consternada que me retrasé unas décimas de segundo en devolverle la sonrisa. Me sentí estúpida, acababa de comportarme como una adolescente cuando, seguramente aquel muchacho era mucho más joven que yo.
    
    Luego, el chico se puso unos auriculares, pero continuó boca abajo con la barbilla apoyada sobre sus manos entrelazadas. Yo miré hacia otro lado, pero poco después nuestras miradas volvieron a encontrarse y ambos sonreímos nuevamente, sólo que esta vez él permaneció mirándome. Sus ojos oscuros empezaron a ponerme nerviosa y, de repente, vi como me guiñaba uno de ellos y esbozaba una pícara sonrisa.
    
    Yo me quedé muy cortada y debí abrir los ojos como platos porque entonces el chico sonrió divertido mostrándome su magnífica dentadura. Me sentí tan turbada que me giré de inmediato hacia abajo.
    
    Con el brusco movimiento de mi cuerpo, mi marido pareció despertarse. Alfonso me pidió que le acercara un cigarrillo de la bolsa de playa. Se lo entregué ...
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