1. Mi primera aventura


    Fecha: 28/07/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... directamente de mis ojos a mis piernas y a la zona que hay entre ellas. Me disgustó que el mar hubiera mojado mi sexo ya que, de no ser así, el muchacho hubiera podido adivinar fácilmente mi propia humedad.
    
    No estaba dispuesta a dejarme amedrentar por su mirada, pero tampoco quería que el chico descubriera que estaba jugando con él. Intenté pues comportarme de la forma más natural posible, así que le sonreí y permanecí con las piernas ligeramente separadas tal y como estaba.
    
    En ese momento recordé lo que me había dicho mi marido: “Juega un poco con él a ver hasta dónde se atreve a llegar”. La complicidad de mi esposo me brindó el valor necesario para separar un poco más las piernas y averiguar qué sucedía.
    
    El muchacho esbozó una malévola sonrisa y en sus ojazos vi el inconfundible brillo de la complicidad. El tigre acababa de oler el cebo.
    
    El muchacho miró con recelo en dirección al chiringuito. Me encantó saberle tan inquieto. Tras comprobar que mi esposo seguía sentado en la terraza y que además estaba ojeando un periódico, no dudó en alzarse sobre sus rodillas y ofrecerme una visión inmejorable de su torso y de su más que prometedora erección.
    
    Aquel joven hombretón se limpió la arena de muslos y brazos con toda la parsimonia del mundo. Mientras lo hacía tuve ocasión de ver como su miembro iba ganando tamaño. Luego se quitó los auriculares y, para cuando quiso guardarlos y cerrar la mochila, su pollón estaba ya mirando al cielo como un misil listo para el ...
    ... lanzamiento. ¡Menuda barvaridad!
    
    Después de echar otra ojeada al chiringuito, el muchacho me miró y sonrió con descaro. Parecía seguro de sí mismo y eso a mí me gustaba tanto o más que el monolito que tenía entre las piernas. Recuerdo que luego hizo algo muy gracioso. Sin que nadie lo tocara, su miembro comenzó a botar arriba y a abajo como si tuviera vida propia. Creo que esa ha sido la forma más divertida con la que un chico ha intentado ligar conmigo.
    
    Riendo a carcajadas tuve que taparme los ojos para no ver más aquel grotesco espectáculo. “¡Qué risa, por Dios!” Se me saltaron las lágrimas. Luego, cuando me recuperé del ataque de risa, comencé a sacudirme la arena de los pies, de mis piernas y muslos. Entonces me fijé en mi pobre coñito que, con lágrimas de cocodrilo, me suplicaba una caricia.
    
    Ver como me tocaba debió de excitarle muchísimo porque de pronto tomó su erección con una mano y me apuntó decididamente con ella. Estaba invitándome a comérsela, la tenía tan hinchada que parecía a punto explotar.
    
    Yo no sabía que hacer. Por un lado pensaba que aquel juego estaba yendo demasiado lejos, pero por otro me lo estaba pasando genial. Me sentía súper excitada y, además, mi marido no levantaba la cabeza del maldito periódico.
    
    Me dejé llevar y, mientras me mordía los labios de lujuria, comencé a frotar mi clítoris con un dedo. Lo peor de todo es que no podía dejar de mirar los ojos y la polla de aquel morenazo mientras me masturbaba. Brindamos aquel bochornoso ...
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