La Maye
Fecha: 06/08/2023,
Categorías:
Anal
Autor: rafacal, Fuente: CuentoRelatos
... que llamaban “furgoneta” Volkswagen de los años cincuenta; si te acuerdas, parecían una cuadrada caja de bocadillos, que le encantaban a los “Hippies” en aquella época; la costumbre era pintarlas de colorines, seguramente para llamar la atención. Allí me estaba invitando ella, en plena calle! No iríamos a su casa!
Mayela abrió la puerta lateral de atrás, se subió y yo la seguí. Ya allí, me apresuré a preguntar esto y aquello y a comentar y a indagar, pues no sabía cuales eran sus planes.
−Ven Rafa −dijo tomando asiento atrás y atrayéndome hacia ella.− Tranquilízate.
Me acerqué, tratando con mis manos y brazos de evaluar el amplio pero muy oscuro espacio. Pronto sentí su boca cerca de la mía y oí su agitada respiración. Después de convencerme de que no había problema alguno, decidí hacer mi ataque a esta mujer que se brindaba fácil, muy fácil, en nuestra primera noche.
Analizando la situación, conceptué que lo que Mayela había fraguado hoy, era una aventura que debía haber hecho anteriormente, varias… o muchas veces, con otros. En otras palabras… yo no era el primero, allí, en la oscuridad de su apacible barrio residencial y cerca de su casa y dentro de su camioneta!
Después de unos minutos, durante los cuales volaron por los aires nuestras prendas de vestir, empezó el forcejeo, preludio a toda relación carnal; nos abrazamos, nos besamos, nos tocamos y me lancé al ataque. Como pude en esas tinieblas, la posicioné sentada en el amplio asiento y arrodillándome, ...
... lancé mi boca hacia su vagina. Allí duré varios minutos saboreando sus deliciosos jugos de amor; me incorporé para besar su boca y compartirle su dulce elixir vaginal. Mientras lo hacía, mi mano derecha voló hacia su coño, le introduje lentamente uno, dos y tres de mis dedos, a lo que ella respondía con movimientos de pelvis tan fuertes que hacían tambalear aquella camioneta. Mientras nos besábamos, movía mi mano por toda aquella mojadísima área, acariciaba su clítoris, la deslicé hacia atrás y sin intención alguna rocé levemente su ano.
−Oh, te gusta por ahí?. −dijo.
−Lo siento Maye, qué dijiste? −pregunté con extrañeza.
−Te pregunté si te gusta por ahí. −repitió.
Su pregunta me conmocionó, pues no entendía el sentido de ella. Por qué habría ella de preguntarme eso en este momento, si le toqué sin querer su cueva de atrás por medio segundo? Estaba esta mujer insinuando que me la cogiera por el trasero? Me sentí casi obligado a contestarle, y lo hice.
−Oh sí Maye, me fascina, a ti te gusta? −pregunté con firmeza.
−Si Rafa, mucho! −contestó de inmediato.
Con decisión tomé mi verga, que estaba como un riel de acero, visité dos o tres veces su desconocida cueva delantera para humedecerme y procedí a penetrarle lentamente su deseado culo. Lo hice cuidadosamente; mis años en la batalla me han enseñado que, al cogerme un culo, especialmente al principio, debo tener suavidad y tacto, así como paciencia.
−Rafa, tranquilo, me gusta duro −dijo−. Dame duro!
Su ...