1. Una nueva vida contigo


    Fecha: 10/08/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Acabamos de cenar y me levanté para ir al aseo. Él con cara seria me miró y en seguida entendí que no iría a hacer pis allí. Habíamos pasado una velada de lo más agradable en nuestro restaurante favorito. Hasta ese momento no fui consciente de todo lo que, sin darme cuenta, había bebido durante la cena. Tenía la vejiga a punto de reventar. Apreté las piernas y le supliqué con la mirada que me dejara ir a deshacerme de todo el líquido que había tomado. Imposible, cuando se pone serio no hay quien le haga cambiar de opinión, ni siquiera mi mejor cara de niña buena. Pagamos y salimos del local.
    
    Me costaba seguir su paso, sentía que en cualquier momento iba a dejar de controlar mi esfínter. Unas manzanas más adelante encontramos un bar y le rogué que me dejara entrar al baño. Recibí su negativa, otra vez. No podía más, la cabeza empezaba a darme vueltas. En nuestro paseo hacia casa atravesábamos una calle estrecha y solitaria, miró una esquina poco iluminada y con varios contenedores de basura y señalándola, muy serio dijo
    
    -Ahí, ahora, perra-
    
    Yo dudé, no me lo podía creer, pero estaba tan desesperada que me acerqué medio a escondidas, me agaché y empecé a bajar mis braguitas.
    
    -NO- dijo rotundamente y sin un atisbo de duda.
    
    - Pero, ¿y entonces? - pregunté impaciente.
    
    - ¿Quieres mear o no, puta perra? - su orden era firme.
    
    Subí con cuidado mi falda larga y en cuclillas empecé a soltar mi pis, bueno, su pis porque ahora todo lo mío es suyo. La situación era de ...
    ... lo más humillante, sentía cómo las braguitas se iban empapando de pis caliente que salía incontrolado por la cantidad que había estado reteniendo todo ese tiempo. Salpicaba en el suelo mojándome los pies y mis sandalias recién estrenadas. Cuando terminé y me levanté, el pis acumulado en la tela de las braguitas seguía bajando por el interior de mis muslos. Me bajé rápido la falda intentando ocultar lo que acababa de pasar. Una vez recompuesta y dispuesta a seguir nuestra ruta, me cogió el bolso y sacó mi collar de perra. Bajé la mirada y él agarrándome del pelo me acercó a su cara y me dijo al oído
    
    - Eres mía para siempre, no lo olvides nunca. - y me colocó con cariño el collar que posteriormente enganchó a una fina correa que colgaba hasta su mano. Estaba claro que la noche no acabaría así.
    
    Continuamos nuestro camino, cada poco paraba por indicación de mi Amo que daba un pequeño tirón a mi correa para acercarme más a él.
    
    Siempre la misma pregunta - ¿Qué eres? -
    
    Solo escucharla, susurrada y firme en mi oreja, ya sentía como mi coño, su coño, se contraía. Y con el mismo tono y la cabeza gacha, mi respuesta era siempre la misma.
    
    – Tu puta perra, tu cerda meona, te pertenezco –
    
    Cada vez que decía esas palabras un escalofrío recorría mi cuerpo empezando desde el cuello, pasando por mis pezones que se endurecían debajo de la ropa y terminando directa en mi clítoris, sintiendo algo así como
    
    una descarga
    
    .
    
    Esto lo repetimos un par de veces más, casualmente ...
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