1. Una nueva vida contigo


    Fecha: 10/08/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... saliva mezclada con el sabor de mi coño.
    
    Después de un rato largo se separó y me miró fijamente de arriba abajo, estaba vestida y sin embargo me sentía completamente desnuda, era suya y estaba ahí delante de él, humillada y sometida en un portal que no era el mío. Respiró profundamente y cuando ya creía que nos iríamos a casa me giró rápido contra la pared y me agarró de la cadera sacando mi culo hacia fuera. me quedé prácticamente de puntillas y apoyada en la pared con las manos.
    
    Sin esperarlo, me dio un sonoro azote que con el eco del portal y el silencio de la noche debió escucharse en todo el edificio. Intenté recuperar la posición vertical pero no me lo permitió y se metió por debajo de la falda detrás de mí. Me separó violentamente los cachetes del culo y lanzó un escupitajo directo a mi ano, paso la lengua presionando el orificio para luego introducirla hasta lo más profundo de mis entrañas. Jugó con su lengua dentro y tras un par de minutos la sacó e introdujo de golpe un
    
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    que me pareció enorme; me pegó otro sonoro azote y tirando de la correa me ayudó a ponerme de pie.
    
    Mi aspecto era terrible, más propio de una furcia después de una larga noche de trabajo que de una chica de bien que había salido a cenar. Tenía el pelo revuelto y sudado, el maquillaje de los ojos corrido, la boca abierta, ocupada por mis braguitas y saliendo de las comisuras una buena cantidad de babas que llegaba hasta mi camisa y resbalaba por mis pechos. Levanté la mirada ...
    ... buscando en él algo de compasión que no encontré. Me atusé el pelo y con un pañuelo usado de papel que encontré en el fondo del bolso, limpié como pude los restos de rímel y lápiz de ojos que se habían difuminado por los párpados y parte de mis mejillas. Poco más se podía hacer. La situación debajo de la falda no era mucho más digna; las piernas pringosas con restos de pis, flujo y babas que habían ido cayendo, el coño sucio y, como colofón, el
    
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    que dilataba intensamente las paredes de mi esfínter.
    
    Salimos fuera del portal y un golpe de aire fresco me hizo sentir mejor a pesar de lo sucia, humillada y avergonzada que me sentía. Él, sujetó la correa que me colgaba del cuello y empezó a andar impasible por la acera. Yo le seguía con la cabeza gacha, dando pasos lentos y torpes. Me iba autoconvenciendo de que pronto llegaríamos a casa, sin embargo, giramos y nos metimos por un pasadizo subterráneo que cruzaba una avenida. Es un lugar oscuro, con las paredes llenas de grafitis y maloliente por las meadas de los que pernoctan allí.
    
    - A cuatro patas, perra – fue una orden firme, como todas las que salían de su boca.
    
    Miré a un lado y a otro, había alguien tumbado, aparentemente dormido, cubierto por cajas de cartón y unas mantas. Cumplí y me puse a cuatro patas, él tiro de mi correa y dio un par de pasos, se giró, dio una vuelta a mi alrededor, se agachó y me levantó la falda hasta la cintura dejando al aire mi culo con el
    
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    a la vista.
    
    - Las perras no ...