1. La esclava de la señora Marisa y su hija Laura


    Fecha: 15/08/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Eduardo Marín, Fuente: CuentoRelatos

    ... llama a gritos: “Ana, Ana!!!” Yo acudo rápido y me dice: “Anda alcanzame el móvil”, que lo tenía sobre la mesa, a su lado... Extendió su mano, yo se lo di, empezó a hablar, no sé con quién... Y me hizo un gesto con su mano, como diciéndome que me podía retirar... Cuando terminó de hablar, Laura me volvió a llamar y me dijo:
    
    -Ten el móvil déjamelo en la mesa.
    
    Yo se lo cogí y le dije:
    
    -Si señorita Laura, como usted ordene.
    
    Y lo dejé en la mesa, que estaba a dos metros de ella. Laura era así, tremendamente caprichosa. Otro día recuerdo que estaba yo en la cocina pelando ajos, y entra Laura y me dice: “Deja eso y ponme un vaso de agua, tengo sed...”. Yo como siempre: “Si, señorita Laura, ahora mismo se lo sirvo”. Eso era muy típico en ella. Conmigo cogió esa costumbre y me llamaba para todo.
    
    La señora Marisa era más normal, no tan caprichosa como su hija, pero era muy dominante y tenía mucho temperamento. Yo que siempre he sido muy sumisa, estaba pendiente de que pasara algo extra cotidiano, para poderle demostrar mi sumisión. Una mañana, Marisa me llamó, para pedirme que le calentara más el café, pues estaba frío. Yo lo calenté, se lo serví y me puse a su lado de rodillas para pedirle perdón. A Marisa le encantó verme arrodillada ante ella y me dijo:
    
    -Tienes suerte que ahora nos tenemos que ir, pues te hubiera dejado toda la mañana así, castigada de rodillas, para que aprendieras...
    
    Yo le comenté:
    
    -Si lo desea me puede castigar, en la zapatería... O esta ...
    ... noche, después de cenar...
    
    Y Marisa me contestó:
    
    -Pues ya veré, ya veré... No sería mala idea, después de cenar... Me lo pensaré.
    
    Ese día trascurrió más o menos normal. La señorita Laura me echó dos broncas, una por no haberle planchado bien los pantalones... (según ella) y otra buena bronca, por no haberle dejado limpias unas zapatillas deportivas, que a Laura le gustaban mucho. Pero quitando esas dos anécdotas todo transcurrió bastante bien. Pero una vez, que recogí todo lo de la cena y fregué los cacharros y recogí la cocina dejándola barrida y fregada. A eso de las diez y media de la noche, Marisa me dice: “Creo que tú y yo teníamos un castigo pendiente...”. “Si señora Marisa -le dije yo- fue por servirle el café más frío de lo normal...”.
    
    Y Marisa me dijo: “Pues estoy pensando, castigarte ahora... Ahora si tengo tiempo para castigarte”. “Como usted mande señora Marisa”. Y ella me dijo:
    
    -Ya que esta mañana te has puesto de rodillas... Te voy a castigar así, de rodillas una hora, en ese rincón, mirando la pared.
    
    Yo me fui al rincón que Marisa me dijo, me arrodillé y así estuve una hora. Pero yo creo que la que más lo disfrutó, fue la señorita Laura, que se pasó todo el rato observándome, pues Marisa me prohibió sentarme sobre mis talones... Me quería de rodillas rígida, firme. Laura le preguntó a su madre:
    
    -¿Y yo, le puedo castigar también?
    
    Marisa sonriendo, le dijo: Pues no. Ana no es una esclava. Yo le he castigado hoy, porque hemos llegado a ese ...