Confesión a mi amigo
Fecha: 26/08/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... ropa tirada en la cocina y caminó rápidamente hacia la sala. Nuevamente para ti tal vez no sea nada emocionante, pero verla caminar desnuda frente a mi, que en cada paso se movieran arriba y abajo sus nalgas, esas nalgas que tantas veces las imaginé, para mi fue algo delicioso.
Llegó hasta el sillón que da el frente a la televisión, se recargó en el descansabrazos, giró la cabeza para ver si ya iba yo en camino, y se inclinó.
Caminar hacia ella mirando en plenitud sus nalgas, y entre ellas aquella rajita humedecida esperándome fue un deleite.
No la tomé de inmediato, quise tocarla primero, así que la tomé de ambas nalgas y se las apreté, luego llevé una de mis manos entre ellas y le acaricié desde la rajita hasta el culo, arrebatándole un suspiro que me puso aun más caliente de lo que ya estaba; luego tomé mi verga con la mano derecha, le abrí uno de sus labios con la izquierda, y la embestí de un golpe.
La vi rasguñar el sillón con sus uñas y, cuando mi cuerpo chocó con el suyo teniendo ya mi verga adentro por completo, hizo un pacto con el silencio y comenzó un concierto de gemidos y suspiros que seguían el ritmo de mis movimientos pélvicos.
La apreté muy fuerte amigo. No se si le dejaría moretones. Pero me afianzaba de sus nalgas para bombearla con fuerza de adentro hacia afuera golpeando mi cuerpo contra el suyo y arrancándole un grito en cada golpe.
¿Sabes? No es algo que me enorgullezca, pero a mi mujer a veces tengo que preguntarle si ya terminó. Con ...
... tu esposa no fue necesario.
No le di mucho rato, porque ambos estábamos muy calientes, sin embargo el sexo con ella fue tal vez uno de los mejores que he tenido en mi vida. No porque no hubiera tenido muchas aventuras en mi juventud, o hecho algunas locuras, sino por el momento y por la persona que estaba frente a mi.
Pocos minutos después ella dejó escapar un grito ahogado más extenso que los anteriores, colgó su cabeza al frente y liberó la presión que sus manos ejercían sobre el sillón. En el momento en que mi cerebro supo que había cumplido mi cometido, empecé a dejar salir leche dentro de tu mujer a cántaros, sin reparo alguno, y sin pensar en las consecuencias.
Ana se levantó como un cohete cuando sintió que terminé de empaparla y corrió desnuda al baño. Estuvo ahí suficiente tiempo como para que yo me vistiera de nuevo y me tomara el vaso de agua por el que originalmente había ido a la cocina.
Luego salió envuelta en una toalla y me pidió que me volteara mientras se vestía. ¿Qué ironía no? Ahora le entraba el pudor después de lo que había pasado.
Cuando estuvo lista me miró de pies a cabeza, me sonrió, y simplemente me dijo: gracias, fue un gran momento, luego tendremos tiempo para hablar al respecto. Me extendió la mano indicándome la puerta y cerró diciendo que me mataría si alguna vez alguien se enteraba de lo sucedido.
No se qué pasaría ese día más tarde en tu casa, no se si lo sospechaste o si aquello cambió en algo tu relación. Lo único que se ...