1. La princesa y el caballero


    Fecha: 05/09/2023, Categorías: Hetero Autor: Homerdiablillo, Fuente: CuentoRelatos

    ... anciana que respondía que no y le daba las gracias. Así con un poco de suerte conseguía alguna vez notar de refilón los preciosos ojos de su amada, que le miraba curiosa y algo juguetona desde dentro de la carroza; pero no sabía cómo pasar más tiempo con ella y se desesperaba en la soledad de su tienda.
    
    Un día aprovechó que la princesa, agobiada de tantas horas en el interior de la carroza, deseaba dar un pequeño paseo por un bosque. Se acercó a ella y se arrodilló para hablarle de su belleza, de lo mucho que la amaba, etc. Halagó mucho su amor a la princesa, pero nada más. Pero ella le miró con desdén y sencillamente consideró que todo aquello era ridículo y absurdo, dejando a su desgraciado adorador confuso y avergonzado cuando se fue. Sir kay se sintió realmente herido por la actitud desdeñosa de su amada. Pero si sintió el amor apagarse en su pecho, no el deseo en su órgano viril y muchas noches pensó en la belleza de la princesa, con pensamientos poco castos que ningún trovador se hubiera atrevido a describir. Tú, en cambio, seguías durmiendo como si nada hubiera pasado. Aunque Sir kay era un caballero joven y apuesto, ella era una muchacha bien educada y las chicas honestas y decentes no piensan en locuras y amantes, sino en buscar buenos partidos y obedecer a sus padres.
    
    Llegó a tal punto el ansia de Sir kay que una noche fue a la tienda de la princesa. Dijo al soldado que la custodiaba que deseaba relevarle y entró. La visión de la princesa dormida como una ...
    ... bella durmiente, con los ojos dulcemente cerrados y los labios entreabiertos hizo que permaneciese observándola anonadado antes de que se despertara. Cuando se incorporó llevaba sólo un camisón color arena que no disimulaba sus atractivas formas como los pudorosos vestidos que vestía siempre. Volvió a hablar de amor, pero esta vez se irritó ante la negativa de la princesa y quiso abrazarla para desahogar aquel deseo que le consumía. Pero tú, ahora mucho más seriamente, le advertiste que el castigo de su señor sería terrible si no le llevaba una doncella sino una muchacha deshonrada: su virginidad era para su futuro marido. Consiguió intimidar así al caballero, que de nuevo se marchó en silencio.
    
    Ella olvidó todo, pero no Sir kay, que sintió redoblada la furia del deseo, pensando en lo que cubrían los pliegues del precioso camisón. Se lamentaba mientras desfogaba su deseo con una mano y pensaba en lo desgraciado que era.
    
    ¿Cómo podría él satisfacer su deseo y al mismo tiempo cumplir su promesa de llevar una doncella a su señor?
    
    Fue en una de esas noches que dio con la solución. Se sintió de nuevo feliz y salió de inmediato de su tienda para visitar a la princesa, pero esta vez la victoria sería suya.
    
    La princesa le recibió con fastidio añadido y quejándose de su tenacidad. Ya no le halagaba su actitud, sino que le producía hastío. De nuevo le advirtió lo que ocurriría si el rey no tenía la esposa virgen que deseaba en su noche de bodas. Sir kay se limitó a sonreír y ...