¡Fin del confinamiento!
Fecha: 06/09/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos
... cambiaba el ritmo cada vez que sentía que se le hinchaba, tanto de jaladas y lamidas como del lugar específico donde las hacía, para no hacerlo eyacular y recibía las caricias de sus labios, lengua, dedos y nariz sintiéndome en el Nirvana. De repente, ¡me dejó sin chupón! Ja, ja, ja, no me había puesto alerta en hacer el cambio de ritmo y ya mero se viene en mi boca. Me dejó acostada boca arriba e, hincándose en la cama, me puso de “armas al hombro” ¡Otra vez, de una sola estocada me penetró! lo sentí como una lanza de fuego penetrando hasta el útero. Se inclinó hacia mí y descansé mis piernas en sus brazos, metió las manos bajo mi espalda y me jaló de los hombros hacia él. Yo estaba completamente doblada, pero feliz, sintiendo el jaloneo en los hombros y los golpes de su pubis en mis nalgas, ninguna mejor onomatopeya del “chaca-chaca” que escuchar cómo me penetraba mi hombre agitado al fornicarme. “¡Vente, mi amor!” le dije al sentir más crecido su miembro próximo a explotar ¡Dale a tu mujer todo el amor que nos debe la pinche pandemia! ¡Lléname el útero de tu amor!, le gritaba mientras los dos nos veníamos. “¡Nada mejor que hacer el amor contigo, ninguna puede exprimirme tanto!”, contestó antes de zafar sus brazos para que yo abriera completamente las piernas y él pudiera acostarse sobre mí, resoplando y sudando lo tuve hasta que ya no podía yo respirar bien y giré mi cuerpo para que él cayera en la cama.
Dormimos un buen rato. Al despertarse, Eduardo se preocupó por ...
... saber la hora. “Aún falta para que llegue mi marido, hay tiempo para que me des más de tu cariño. Ten un poco del mío”, le dije ofreciéndole un pezón en sus labios. Abrió enormemente la boca y succionó estrujándome la teta entre sus dos manos. Después le pedí que se quedara acostado boca arriba. Le chupé el falo, haciéndole caricias en los testículos y dándole jalones rítmicos en el mástil. Cuando todo estuvo firme, lustroso y mojado, me lo fui ensartando con lentitud en la vagina, para disfrutarlo. Al sentir que mis nalgas estaban sobre sus huevos, comencé a mecerme, primero con suavidad, fui aumentando el ritmo, hasta que llegué a los sentones y me vine riquísimo.
Me acosté de cucharita hacia él, pero Eduardo tomó una de mis piernas y la levantó para meterme su vergota que seguía tan firme como yo la había usado.
–¡Qué bien que tomaste tu pastillita azul! –le dije al sentir que me trataba como una marioneta.
–Eso fue anoche, a mi esposa debo tenerla contenta, se lo merece. Pero después de dos palos con ella, los besitos de “buenas noches” y “buenos días”, no ha de quedar nada de ellas.
–¡Pues sí queda mucho del fármaco en tu cuerpo! –dije al estar empalada como muñeca de plástico con una rodilla sobre la cama, una pierna en el cuello de Eduardo y colgada de una mano sostenida por Eduardo y el puño de la otra descansando en la cama temerosa de que me soltara.
–¡Tú eres el mejor excitante, la golfa más rica del mundo! –me decía y se movía con mucho vigor.
–¡Mi ...