Ana: Un día más en el trabajo
Fecha: 07/09/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: dmmexico, Fuente: CuentoRelatos
... cual Ana estaba experimentando una doble penetración, cuando el ritmo era más fuerte él empezó a sacar su verga completamente y después la metía toda de regreso en su cuerpo, esa operación la realizó varias veces, hasta que en una de esas, su verga salió de la vagina y se incrustó de golpe en su ano, ella gritó, le dolió muchísimo, pero al sentir la estrechez del recto de ella, Rod no se retiró, siguió de frente mientras Ana gritaba de placer y dolor, su ano se distendió al máximo, y un hilillo muy breve de sangre apareció en torno a la arrugada piel del esfínter de la fémina.
El negro continuó con su penetración y aceleró, estaba a punto de venirse, el culo de Ana era una delicia, la actitud sumisa de la mujer que había dejado de protestar era una recompensa, sus jadeos y gemidos una invitación a seguir, los gestos en la cara de ella y sus ojos en blanco parecían extraídos de una película porno. En una de las embestidas Rod se quedó hasta adentro, y comenzó a soltar su leche dentro de ella, el recto de Ana se llenó de esperma caliente, la venida era copiosa, el placer maravilloso, y cuando sintió los ríos de espeso líquido y su calidez dentro de su ano, ella se vino una vez más, gritando, mascullando toda clase de groserías e improperios y disfrutando de cómo ese descarado afroamericano la había convencido de ir a ese cuarto de hotel donde había sido estrenada en el arte del “squirting” (eyaculación femenina) y además usada analmente.
Rod se dejó caer a un costado de ...
... Ana, ella se quedó así, boca abajo, con mucho esperma manando de su apretado culo, que, en ese momento estaba distendido y adolorido, pero que a la vez, la hacía sentir como una mujer a la que un amante había hecho intensamente feliz dejándola satisfecha con una sesión sexual de campeonato mundial.
—Eres una puta deliciosa sabía que vendrías a abrirme las piernas putita —le dijo Rod con una esa sonrisa de dientes blancos inmaculados y una socarronería que en vez de resultar ofensiva semejaban a la seguridad del niño que obtiene el capricho que había deseado.
—No soy puta, pero me llamaste mucho la atención y no se ni porque estoy aquí —dijo Ana.
—Estás aquí porque te gusta mucho la verga, lo vi en tus ojos, algo me decía que si te lo pedía, te acostarías conmigo, y aquí estás.
Ella se sonrojó, sabía que cuando lo vio si se le había antojado estar con él íntimamente.
Él se levantó de la cama y se dirigió al baño, ella se quedó acostada lateralmente, viendo hacia donde el hombre había desaparecido, su ano y su vagina palpitaban, el viscoso liquido seguía escurriendo de su recto, escuchó que el hombre había abierto la regadera para meterse a bañar. Ana se levantó, tomo sus pantaletas y limpió su coño con ellas, se puso la falda, el brassiere, la blusa y el saco y caminó rumbo a la puerta, no esperaría al hombre que la había hecho suya, tenía ganas de estar sola, de pensar ya que, a pesar de las deliciosas sensaciones y sexo de primera calidad que había vivido al ...