Ana: Un día más en el trabajo
Fecha: 07/09/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: dmmexico, Fuente: CuentoRelatos
... atrevido cliente, y sus ojos se cruzaron con los de él, su mirada era penetrante, arrobadora, sus gruesos labios y la quijada cuadrada con el pelo color negro ralito con pequeños rizos le daban una apariencia limpia, él se percató de su presencia como si trajera un radar, y cuando sus miradas se encontraron, sonrió una vez más, y volvió a guiñarle un ojo, y le envió un beso lejano, Ana se estremeció, algo tenía el tipo que la hacía sentirse agitada, ¿o excitada tal vez? Su presencia era intimidante, sus labios invitantes…
Ana bajó la mirada en el acto, viro rápidamente y se dirigió a su estación de trabajo, una vez más la batalla de las voces internas ¿Quién se cree?, ¿Cómo se atreve? Y la otra voz interna, más baja, lejos, viniendo desde la profundidad de su mente ¡Qué rico beso! ¿La tendrá tan grande como dicen que la tienen los negros? Al llegar a la puerta del establecimiento ya había varios clientes esperando lo que sirvió para apaciguar la batalla de pensamientos dentro de su cabeza.
El día continuo y el ajetreo elimino casi cualquier posibilidad de reencontrarse con el hombre que la inquietaba, pasaron casi tres horas y la mesa del salón privado no se había retirado, y ya casi venia la hora de la cena, y de la salida de Ana de su día de trabajo, siendo una mujer divorciada y viviendo en una ciudad extraña, casi todos los días desde su llegada a los Estados Unidos habían sido casi una copia al carbón, levantarse, bañarse desayunar, arreglarse ir al trabajo, estar ...
... todo el día ahí y regresar a casa tarde, y muy cansada casi sin oportunidad de tener una vida social que le permitiera tratar de encontrar una pareja o alguien para saciar un poco el vacío de amor y sexo que la atosigaba un poco.
Faltaban diez minutos para las 8, su turno estaba terminando, y un compañero mesero se le acercó y le dio una servilleta que decía, le habían dado al llevar una ronda de tragos más para el salón privado, Ana la desenrollo, y con una letra grande y elegante, el mensaje leía:
“Quiero hacerte el amor, estoy hospedado en el hotel de enfrente, y sé que tú también quieres que te lo haga, mi habitación es la 425, en el cuarto piso, deseándote mucho.
Rod.”
Ana levantó la vista y la dirigió a la puerta del salón, sintió deseos de ir y mentarle la madre al atrevido moreno que la tomaba como una cualquiera, ni siquiera habían hablado, solo se le había insinuado, le había aventado un beso y le había dicho abiertamente que quería metérsela toda, pero, no lo hizo, un calor extraño invadió la parte baja de su vientre, sus pezones se erizaron levemente, la piel de su nuca sintió un aire frio y lejos de permitir que su enojo se proyectara y fuera a reaccionar ante el hombre que la invitaba a su habitación, simplemente sonrió, no se reconocía a sí misma, si bien siempre había sido muy caliente, jamás se había considerado “fácil” se había acostado con varios hombres en su vida, pero siempre había sabido mantener la compostura y el anonimato de cada uno de ...