Fiesta en el cuarto de aseo
Fecha: 07/09/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Eran las 9:00 p.m. y empezaban a llegar los invitados, muchachos jóvenes, de todas partes de Bogotá, solos o en grupo, agarrando a alguien de la mano o a una botella, mucho maquillaje o nada en absoluto. Algunos traían un six pack de cervezas y otros habían robado una botella de whisky de sus casas. Cada año se celebraba el cumpleaños de Ricardo, uno de mis mejores amigos, y aunque repetíamos las personas y el lugar, siempre recordabamos ese piso con nostalgia.
El apartamento constaba de unos 80 metros cuadrados en el último piso de un edificio en la zona conservadora de la ciudad. Movíamos los muebles de la sala a las esquinas y quedaba un salón gigante que a las 11:00 p.m. se llenaba de cuerpos bailando al ritmo de la música que con suficiente alcohol en la sangre ya no parecía ni irrespetuosa, ni mala, ni tonta, sino liberal. Al lado de la puerta y enfrente del salón había un espejo de pared completa, entonces cada cuanto veías a alguien arreglandose el vestido. Yo tenía mi una minifalda negra de cuerina y un crop top de lentejuelas que me pareció vulgar cuando lo vi, hasta que por morbo me lo probé y encontré espectacular cómo contorneaba mis pechos. Mis amigos y yo nos sentamos en un sofá industrial en frente del salón y empezamos a beber y a bailar. Entre tragos, juegos e historias, ya empezaba a sentir cómo cosquilleaban mis mejillas, cosa que sucede cuando mi cuerpo me informa que ya estoy borracha.
Caminé hacia la cocina por un vaso de agua y al volver me paré ...
... en frente del espejo, al lado de la puerta, me quedé un rato mirando mis ojos, verificando que el rimel no se me hubiera corrido. De pronto, a unos pasos a mi derecha se abrió la puerta, vi de reojo el cabello rizado de un muchacho de aproximadamente un metro ochenta, algo venía comentando a otra personas que entró detrás, entonces no vi su cara de inmediato. Al volverme reconocí su cara y el a mí, según confirmó su sonrisa. Camilo, que se había ido de intercambio el semestre pasado, había llegado sin avisar, con una barba de una semana y el ego que parecía no poder estar más alto se había superado a sí mismo. Le quedé mirando con los ojos entre cerrados, pues recordaba cómo solíamos competir en cada oportunidad que teníamos, como no coincidiamos ni en gustos ni en amigos.
"No entiendo quién lo ha invitado" - pensé, ni siquiera se llevaba tan bien con mis amigos. Con los ojos en blanco para dejar clara mi reacción y porque estando borracha no tenía modales, volví mi cara al espejo, sonreí y volví a mi lugar en el sofá. Seguí bebiendo, riendome de las historias y aceptando alguna invitación a bailar, el salón estaba repleto y habían subido el volúmen de la música. Un muchacho de unos 26 años me sacó a bailar y entre “permiso” y “perdón” logramos un lugar en el salón, coloqué sus manos en mis caderas que con timidez acercaba a las suyas. Estaba sumida en el ritmo de la música que fue interrumpida por un “disculpa” en mi oído y reconocí la voz de Camilo, que en un movimiento ...